El proyecto que ambos llevan adelante desde las instituciones en las que trabajan —la Escuela de Educación Secundaria Particular Incorporada Nº 3107 y la Escuela Especial Particular Incorporada N° 1429— fue presentado en el marco de la última edición de la Feria del Libro de Santa Fe.
Allí los docentes compartieron cómo trabajan en el aula, qué objetivos se proponen y, sobre todo, su convicción de que una educación que incluya a todos es posible.
Mirar a cada alumno
El trabajo de Lorena y Francisco surge en el contexto de un proceso de inclusión educativa compartido entre la escuela de nivel medio y escuela de modalidad especial de las que forman parte.
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Los dos explican que la corresponsabilidad docente con la que llevan adelante este proyecto les permite diseñar en forma conjunta propuestas pedagógicas inclusivas. El desafío de pensar estrategias que puedan ser enriquecedoras para el grupo clase en general, y no solo para un estudiante, los invita a retroalimentarse en experiencias y recursos didácticos.
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El trabajo de Lorena y Francisco surge en el contexto de un proceso de inclusión educativa.
“Nos reunimos semanalmente, y nos comunicamos por celular o por mail en casos particulares. Muchas de las prácticas nacen en la sala de profesores, durante un recreo, compartiendo un mate y dando forma a ideas o experiencias”, cuentan entusiasmados.
“Lo esencial para nosotros es confiar en los conocimientos del otro, saber que estamos para trabajar en conjunto y que siempre el objetivo es mirar a cada alumno. No hay fórmulas ni recetas universales”, resaltan.
Ser puente y no medianera
“En primer lugar tenemos que saber qué esperamos en literatura en el nivel secundario. Dentro de nuestra institución el objetivo es lo que se llama la competencia literaria, es decir, la capacidad que se genera en el sujeto, en este caso en los estudiantes, al interactuar con los libros. No nos interesa un lector capaz de repetir datos sin sentido, sino un lector que hable y para eso tiene que haber una interacción. La idea es que nosotros seamos un puente entre el texto y los chicos y no una medianera”, dice Lorena.
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Lorena y Francisco están convencidos de que poder abordar y disfrutar los textos literarios es algo maravilloso.
“A partir de ahí, buscamos formas para llegar a todos a la hora de trabajar, exponer y evaluar, teniendo en cuenta que no existe un texto especial para alguien que tenga una discapacidad”, aclara.
Francisco agrega que más de una vez colegas le pidieron libros “hechos con dibujitos” para abordar alguna obra importante con alumnos en inclusión, pero resalta que en este proyecto desde un primer momento decidieron que las novelas gráficas no servían por sí solas para alcanzar los objetivos pedagógicos propuestos.
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También detallan que eligen no trabajar con resúmenes de libros, sino que prefieren que los alumnos que necesitan una adaptación lean un capítulo completo y luego trabajen a nivel grupal: “Más vale un capítulo bien leído que un resumen, así no privamos al estudiante de adentrarse en los relatos y sentir distintas emociones”.
La literatura en los procesos de inclusión
Lorena y Francisco están convencidos de que poder abordar y disfrutar los textos literarios es algo maravilloso, de ahí la convicción con la que trabajan para que todos sus estudiantes tengan acceso a ella.
Desde la literatura —explican— se pueden explorar conceptos, contenidos o hechos históricos que desde otras materias pueden resultar complejos. Mediante una novela se puede trabajar momentos históricos y políticos de la historia, conocer sobre la fauna y flora local, o hablar sobre derechos.
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Destacan que los cuentos y novelas ayudan a imaginar, soñar, descubrir y hasta resolver problemas.
También destacan que los cuentos y novelas ayudan a imaginar, soñar, descubrir y hasta resolver problemas. “En una oportunidad leímos ‘Minotauro en zapatillas’, una versión del mito del Minotauro y Teseo que transcurre en Buenos Aires y cuyos protagonistas son adolescentes. Para uno de nuestros alumnos el texto fue súper significativo, se sintió reflejado y atravesado. Él se escondía, no se encontraba, se avergonzaba de su cuerpo y no lo podía decir; el sentirse identificado con el personaje lo ayudó muchísimo”, recuerda Lorena.
Esencial para algunos, bueno para todos
Los múltiples recursos que utilizan Lorena y Francisco en el aula están, por supuesto, las nuevas tecnologías. Cuentan como ejemplo que a partir de la Inteligencia Artificial sus alumnos recrearon los escenarios del libro “El túnel de los pájaros muertos”, lo que les permitió abordar un texto muy complejo.
Para compartir lo leído entre todos también se utilizan diferentes estrategias entre las que cuentan la interpretación de personajes, las plataformas multimedia y los lapbooks, unos cuadernos desplegables e interactivos que los estudiantes elaboran trabajando distintos elementos de un relato como protagonistas, núcleos narrativos o espacios.
Estas herramientas -aseguran los docentes- son esenciales para los alumnos con discapacidad y, a la vez, buenas para el grupo en general. Aquellos a los que les cuesta expresarse, quienes tienen dificultades para organizar la información, todos se ven beneficiados al tener múltiples posibilidades para acercarse y compartir su lectura con los demás.
A modo de conclusión los profes destacan que ante una realidad en la que cada vez que resuena el concepto “inclusión educativa”, surgen experiencias desde lo negativo, lo que no funciona, las barreras administrativas, o la falta de información y formación; es importante compartir espacios y propuestas positivas.
“Nuestro trabajo refleja que sí es posible pensar una educación en la que nadie quede afuera, resignificar las prácticas y lo que sucede dentro de una escuela, y dar ánimo a aquellos docentes que continúan en la búsqueda del ‘cómo’ encarar la inclusión”.