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Sociedad UBA | ansiedad | depresión

Estudio de la UBA: casi la mitad de los argentinos padecen ansiedad y el 40,27% cuadros de depresión

El 8,7% está en riesgo de padecer un trastorno mental y el 51,4% considera que está atravesando una crisis. A horas del 24 de marzo, ¿qué pasó con la salud mental en dictadura?

“La sociedad del rendimiento es una sociedad de la autoexplotación, el sujeto obligado a rendir compite consigo mismo y cae bajo la destructiva coerción de tener que superarse constantemente. Esta coerción termina siendo mortal”. Byung Chul Han (La sociedad del cansancio)

La cita conque arrancamos la nota es una de las tantas que pueden extraerse de uno de los más breves y polémicos los ensayos del filósofo y experto en estudios culturales surcoreano, Byung Chul Han. En ese trabajo, reflexiona sobre las consecuencias psicopatológicas del neocapitalismo, en el que no es que no existan explotadores y explotados, sino que los niveles de conflictividad por injusticias sociales se trasladan de la esfera pública (fábricas, calles, plazas) a la psiquis individual del sujeto.

Este es el nuevo campo de batalla, donde es su propio capataz, su propio represor, en el promotor de sus imposibilidades y frustraciones. Aclaración: no habla de autónomos y monotributistas, sino de todos nosotros.

En este contexto y pueden leerse mejor los resultados de la última encuesta de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), que se plantea desde sus objetivos como una radiografía del estado de salud mental de los y las argentinas.

La primera parte del trabajo presenta datos sobre el riesgo concreto e inminente de sufrir un trastorno mental, que es mucho más que acumular y padecer un cúmulo de síntomas, y se expresa en el siguiente gráfico.

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Como puede verse, el riesgo se incrementa en los grupos etarios que predominan en el mercado de trabajo (21 a 49 años) muy por encima del promedio general y se verifica un incremento significativo en los trabajadores y trabajadoras que poseen ingresos menores, con mayor precariedad respecto de las condiciones de trabajo (salario, jornada, exposición a riesgos deteriorantes de la salud, subcontratación, maltratos y falta de reconocimiento).

La misma correlación inversamente proporcional –menos ingresos, más riesgo de trastornos mentales– se verifica respecto al riesgo suicida, en un país donde esas cifras se consolidan con un año de retardo y el 50% de las personas que se quitaron la vida en 2023 tenían entre 15 y 34 años.

En Argentina resulta polémica la relación entre “trabajo y salud mental”, puesto que su sistema de riesgos no reconoce como laborales las psicopatologías asociadas al estrés en el trabajo; lo que suele denominarse riesgos psicosociales, que son finalmente tan materiales como una fractura expuesta, una hipotermia en cámaras de frío o una intoxicación por gases en una perforación subterránea.

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La Organización Mundial de la Salud definió el 2024 como el año de la “Salud mental en el trabajo” y confirmó que “los trastornos de salud mental, aumentan el riesgo de otras enfermedades y contribuyen a lesiones intencionales y no intencionales”. Estimando además que cada año se pierde un total de 12.000 millones de días de trabajo debido a la depresión y la ansiedad, a un costo global de u$s 1 billón por año de pérdida de productividad.

Un cuarto se analiza, el resto a charlar, correr, rezar, beber o automedicarse

Otra sección notable del estudio es la que consulta sobre qué tipo de acciones realiza cada persona para afrontar síntomas o crisis emocionales, leves, medianas o graves.

Ante la pregunta ¿Qué hace cuando experimenta malestar psicológico o tiene problemas emocionales”, más de un tercio recibe contención y consejos de sus amigos, la segunda opción más elegida es la de refugiarse en su credo de fe y la posibilidad de realizar tratamientos con profesionales se reduce al 21,9% de la muestra. De los que trabajan con profesionales de la salud mental (psicólogos, psiquiatras), el 62,6% declara realizar su tratamiento en modalidad presencial y el 37,44 sostiene la modalidad que se impuso en la pandemia: terapia sincrónica online.

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En el caso de los 3.566 encuestados que no está bajo ningún tipo de tratamiento orientado por profesionales de la salud mental, el 55,32% considera que realmente lo necesita y el 27, 34% aduce que no le resulta indispensable.

Cuando se les consulta a los 1.961 que aducen necesitar tratamiento por qué no lo inician, el 39,72% reconoce que no puede pagarlo y el resto divide respuestas entre la imposibilidad de compatibilizar horarios, la falta de cobertura de sus obras sociales y la imposibilidad de encontrar un servicio gratuito.

Del total de los que declaran medicarse, el 49,1% lo hace por problemas clínicos, el 24,9% para conciliar el sueño, el 22,6% para disminuir la ansiedad, el 16,5% para mejorar su estado de ánimo, el 16,2% para relajarse y el 7,8% para controlar sus nervios.

Sobre el alto porcentaje (51,14%) que declara estar atravesando una crisis (entendiendo por tal cosa un estado temporal de desorganización, agitación o trastorno que no puede afrontarse con soluciones normales o no profesionales), sólo un tercio se anima a identificar las causas.

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Si bien las opciones presentadas a los encuestados fueron excluyentes, las dos primeras categorías apuntadas suelen además estar fuertemente relacionadas y se retroalimentan mutuamente.

Consultada para esta nota, la psicóloga especializada en Salud Pública, Alicia Stolkiner sostiene que “estamos en una transformación global donde está en crisis la idea misma de sociedad y de los vínculos interpersonales, somos una especie gregaria sometida a una revolución cultural que viene a romper eso, para fracturar sociedades y disolver vínculos para implantar un modelo en donde todos estamos contra todos e incluso pares contra pares”. Soltkiner agrega que “esto no se inicia con los ciclos políticos y culturales de ultraderecha, venimos atravesando situaciones traumáticas muy severas, sanitarias con la pandemia, económicas con el pánico a la inflación, esto afecta la salud de los vínculos sociales porque complica a cada individuo”.

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Zurdos, marxistas, psicobolches: dictadura y salud mental

A horas del 49º aniversario del inicio de la última dictadura, militar, civil y clerical, hay que recordar que –según la Asociación Psicoanalítica Argentina– durante ese período fueron secuestrados y desaparecidos 110 profesionales de la salud mental y 66 estudiantes. Al igual que con los desaparecidos en general, esa cifra es provisoria, mucho menor de la real, pues los autores materiales del plan de exterminio –muchos de los cuales reclaman prisiones domiciliarias y reivindicación de sus “labores patrióticas”– no declararon jamás cuántos son ni qué hicieron con sus cuerpos.

Pero también se desarticularon todas las comunidades terapéuticas y experiencias piloto en hospitales monovalentes, la persecución fue individual e institucional, física, teórica y práctica.

Todavía sin justicia para la complicidad civil, algunos desplazamientos se han operado desde entonces, según Byung Chul Han: “La coerción externa ha sido reemplazada por la autocoerción, que se hace pasar por libertad”.

LEER MÁS ► Recurso para los lectores: descargá acá "La Sociedad del Cansancio", Epublibre, 82 páginas