Cenizas de Cromañón: memoria y lucha de un santafesino a 20 años de la masacre

Cenizas de Cromañón: memoria y lucha de un santafesino a 20 años de la masacre

Mariano Núñez fue a República de Cromañón el 30 de diciembre de 2004 para cerrar el año de la mano de Ojos Locos y Callejeros, pero el recital terminó en una masacre que lo marcó para siempre.

POR CATALINA MAURE Y SANTIAGO GORIS

Callejeros despedía el año junto a sus seguidores más fieles con una noche que prometía ser única. Se trataba del tercer concierto seguido que presentaban en el local, pero el show terminó con 194 muertos. 20 años transcurrieron de la masacre que marcó a un país entero; pero más que nada a ellos, a quienes lo vivieron desde adentro, “los pibes de Cromañón”. Mariano Núñez vive en la ciudad de Gálvez y es uno de los sobrevivientes fantasmas de aquel 30 de diciembre de 2004 que mantiene viva la memoria.

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La idea de ir al recital surgió cuatro días antes de que el cantante Patricio Fontanet y su banda tocaran en el barrio de Once. El 26 de diciembre Núñez, con 23 años, bautizó a su hija de apenas 12 meses. En la ceremonia estuvieron presentes familiares y amigos y, entre ellos, los integrantes de la banda Ojos Locos. Este grupo era el designado para telonear a Callejeros. Los músicos invitaron al joven junto a su pareja, María Cecilia, y sus dos hermanos, Luis María y Alejandra Daniela, para despedir el año en Cromañón.

No era la primera vez que veían a Callejeros, ni mucho menos a Ojos Locos. Desde que Núñez viajó para ver a Los Piojos en 1999, conoció el ambiente del rock y se enamoró.

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La noche del horror en República de Cromañón

Tras unos días de organización, llegó el concierto. El reloj marcaba las 17 cuando arribaron al barrio de Once, tras cuatro horas de viaje desde Gálvez. “Llegamos temprano y nos juntamos con algunos amigos que teníamos del ambiente. Como íbamos a ver Ojos Locos, teníamos que entrar temprano para acomodarnos y ver a la banda”, contó Núñez a AIRE en una entrevista exclusiva. La banda soporte realizó el show como cualquier otro. La noche era una más de las tantas que Mariano y su grupo de amigos habían asistido.

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Mariano junto a sus hermanos, su novia y un conductor contratado para escuchar a Callejeros en República de Cromañón.

Mariano junto a sus hermanos, su novia y un conductor contratado para escuchar a Callejeros en República de Cromañón.

Cuando Callejeros salió al escenario, en el lugar que tenía una capacidad para 1.000 personas había más de 4.000 jóvenes: estaba colapsado de gente y había exceso de temperatura. “Nunca pensamos que pudiera pasar algo. Lo único que sí nos llamaba mucho la atención era el calor que hacía, bastante insoportable. Lugar cerrado, mucha gente, pleno verano, ya 30 de diciembre. Pero, después, no había nada que te haga pensar que no podía darse con normalidad”, recordó el galvense.

La banda de Fontanet comenzó el show con la canción “Distinto”, pero solo duró un minuto y 58 segundos. En ese momento comenzó la masacre: eran las 22.50 cuando una bengala incendió la media sombra que había en el techo. “Cuando empieza a tocar Callejeros fuimos cerca de la puerta de ingreso porque sentíamos que había un poquito más de aire. Ahí es cuando se prende fuego y se corta la luz”.

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El terror se apoderó de todos los que se encontraban dentro de Cromañón y surgió el caos. A oscuras y con el humo que desprendía la media sombra incendiada, el público comenzó a correr para lograr escapar. Núñez tuvo la suerte de salir rápido entre la multitud que se movía como una sola: “El malón de gente empujando para salir te llevaban puesto, no se podía ni caminar”.

“Lo primero que vi cuando salí era un descontrol que nunca había visto en mi vida. Chicos saliendo y volviendo a entrar para buscar a sus familiares y amigos”, recordó. Si bien con su grupo había asistido a conciertos durante años, nunca había experimentado las sensaciones que vivió en la noche del 30 de diciembre.

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El "trapo" de Mariano y su grupo, con guiños a Callejeros, Ojos Locos y Los Piojos.

Una vez afuera, un amigo lo encontró y le avisó que lo estaban buscando afuera. Su novia y hermana habían corrido la misma fortuna que él y lograron salir sin inconvenientes. El caso de su hermano fue completamente distinto: quedó apretado contra un kiosco que se ubicaba dentro del local, sin poder moverse. A medida que la gente conseguía salir, de a poco pudo comenzar a moverse en dirección hacia la salida y fue ahí cuando un bombero lo auxilió. Luis María presentaba un principio de asfixia por el humo que inhaló durante todo ese tiempo.

En el lugar los asistieron, pero Luis María tenía dificultades para respirar y se fueron a un sanatorio privado, donde se negaron a atenderlo. Entonces se trasladaron al hospital de Ramos Mejía, pero el ambiente era parecido al que estaba fuera de Cromañón: el edificio estaba colapsado y los médicos tenían como prioridad a quienes estaban más graves. Se quedaron en la sala de espera por un largo tiempo hasta que se cansaron y se fueron con la intención de volver a sus casas. Es que los jóvenes debían volver rápido a Gálvez porque al otro día trabajaban y el chofer que los había llevado los buscó para regresar a su ciudad.

Los problemas respiratorios de Luis María siguieron durante el viaje y tuvieron que pedir la asistencia de una ambulancia en General Pacheco, donde le hicieron un chequeo rápido al galvense.

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Los sobrevivientes de Cromañón insisten en que fue una

Los sobrevivientes de Cromañón insisten en que fue una "masacre" y no una "tragedia" porque se podría haber evitado.

Con el correr de los hechos, los medios no dudaron en retratar lo que estaba viviendo el ambiente del rock. El papá de Mariano era uno de tantos padres que se enteraron del incendio a través de la televisión. Con mucha preocupación y a 422 kilómetros, marcó el número de su hijo con terror por lo que podía escuchar. “Mi viejo me llamó y me dijo ‘decime la verdad, no pueden estar bien los cuatro’. Le dije que sí, pero no le conté que estábamos con una ambulancia para no asustarlo”, recordó Mariano.

Al llegar a sus casas, todos se fueron a dormir como después de cualquier concierto, aunque los días que siguieron fueron tensos. El día después, Mariano se despertó a las 10 con la noticia de que Luis María estaba en el hospital de Gálvez porque no se sentía bien. Allí festejó el año nuevo internado y el primero de enero viajó a Santa Fe para atenderse en el hospital Cullen, donde quedó 12 días con asistencia médica.

“El 31 de diciembre volvía del hospital después de visitar a mi hermano, caminaba junto a mi hermana, mi señora y un amigo. Una mujer me paró y me dijo ‘estás vivo’. Me habían dado por muerto”.

Incluso, sus familiares decidieron festejar el Año Nuevo como uno más: “Se brindó con la cabeza en otro lado. Teníamos a mi hija de un año, así que estábamos contenidos en ella, mientras todos los demás festejaban”, recordó el galvense y tras el brindis con sus seres queridos, no dudó en visitar a su hermano internado.

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Las zapatillas de Mariano Núñez, clásicas en el ambiente del rock.

Las zapatillas de Mariano Núñez, clásicas en el ambiente del rock.

Los meses después de la masacre en el barrio de Once

Después del incendio en Cromañón, Mariano intentó retomar su vida, pero las secuelas emocionales lo acompañaron durante nueve años. La renuncia a su trabajo fue el primer síntoma de que algo en su interior había cambiado. Trabajaba en la ferretería de su suegro, pero el recuerdo constante del encierro y el miedo lo llevó a buscar otro rumbo. Así, abrió un negocio de rock, intentando encontrar en la música un refugio para sanar la herida que le dejó el 30 de diciembre de 2004.

Sin embargo, la estabilidad emocional se volvió un desafío. La relación con su pareja empezó a fracturarse y terminó en separación. Ese quiebre lo obligó a mudarse con su madre, donde las noches se volvieron un tormento. Las pesadillas lo despertaban todo transpirado. Dormía con la luz encendida, incapaz de soportar la oscuridad. Su hermano Luis María, con quien compartía habitación, también arrastraba sus propios miedos, lo que hizo que la convivencia se volviera difícil.

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Casi un año después de la masacre de Cromañón, Mariano viajó hasta Buenos Aires y recorrió el barrio de Once.

Casi un año después de la masacre de Cromañón, Mariano viajó hasta Buenos Aires y recorrió el barrio de Once.

Mariano reconoce que hubo momentos en los que sintió ganas de rendirse. La pregunta de por qué había sobrevivido, mientras otros no, lo perseguía sin tregua. “¿Por qué yo? Si estoy acá y no puedo seguir con mi vida. No sé qué hacer, cómo seguir, ni de dónde agarrarme y continuar”, se repetía una y otra vez.

Un factor que afectó de manera negativa la recuperación de Mariano tras la masacre fue la falta de reconocimiento por parte del Estado, ya que nunca pudieron comprobar su presencia esa noche en República de Cromañón. Aunque ellos fueron invitados por Ojos Locos, no contaban con el ticket físico de ingreso, lo que impidió demostrar su asistencia al recital.

Como resultado, nunca accedieron al subsidio económico destinado a los sobrevivientes ni a los beneficios de asistencia psicológica. Solo su hermano es reconocido oficialmente, ya que estuvo internado en el hospital Cullen. “Nosotros no teníamos forma de atestiguar, salvo presentando testigos que no nos dieron pelota. Por eso nosotros nunca tuvimos ni subsidio, ni un beneficio; somos sobrevivientes fantasmas”.

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A 20 años de la masacre, cientos de personas que asistieron al recital de Callejeros reclaman por su nombre en el padrón de sobrevivientes.

A 20 años de la masacre, cientos de personas que asistieron al recital de Callejeros reclaman por su nombre en el padrón de sobrevivientes.

Mariano señala que la responsabilidad por la masacre de Cromañón recae en múltiples actores. Desde los dueños del boliche y su equipo de seguridad, hasta funcionarios y autoridades políticas encargadas de los controles. “Todos son responsables, desde la banda hasta lo más alto en la esfera política”, afirmó Núñez.

Además, indicó que la culpabilidad directa corresponde a Omar Chabán, administrador del boliche, y a Raúl Villarreal, encargado de seguridad del lugar, quien cerró la puerta de emergencia. En cuanto a Callejeros, los desvinculó de una intención premeditada, ya que los integrantes llevaron a familiares y amigos al recital.

Reflexiones, memoria y un regreso al rock después de 15 años

Después de buscar un sentido para seguir, Mariano sacó fuerzas por su hija. El galvense decidió canalizar su dolor, convirtiéndose en una voz activa para mantener viva la memoria de lo ocurrido en el barrio de Once. Hoy describe a República de Cromañón como un “santuario” al que regresa cuando viaja a Buenos Aires en busca de respuestas y memoria. “Trato que Cromañón esté presente, siempre hay que estar contando lo que pasó para que no se repita. Si me olvido yo, todos los demás se van a olvidar. Y si nos olvidamos todos, vamos a estar otra vez pegándonos contra la misma pared”, aseguró.

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La masacre de Cromañón dejó un saldo de 194 muertos y alrededor de 1400 heridos.

La masacre de Cromañón dejó un saldo de 194 muertos y alrededor de 1400 heridos.

Sin embargo, no todos encontraron la misma fortaleza para seguir adelante. La herida que dejó la masacre sigue cobrándose víctimas, incluso años después. Mariano recuerda el caso de un amigo sobreviviente que, en 2015, terminó con su vida. “Nunca lo pudo superar”, confesó el galvense.

Núñez insiste en mantener viva la memoria de Cromañón, incluso cuando sus palabras incomoden. En este sentido apoya la serie de Cromañón, para que los más jóvenes conozcan una parte de la historia que no debe repetirse. Pero está en desacuerdo sobre cómo están caracterizados los protagonistas de la tira: “Muestran a los rolingas como si vivían drogados o borrachos en una plaza. Cuando éramos chicos teníamos que laburar para mantener ese estilo de vida y costearnos la gira”.

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En noviembre de 2023, República de Cromañón fue declarado Monumento Histórico Nacional.

En noviembre de 2023, República de Cromañón fue declarado Monumento Histórico Nacional.

Si bien Mariano nunca fue reconocido como sobreviviente de Cromañón, a semanas del vigésimo aniversario de la masacre, la Legislatura porteña aprobó un proyecto para reabrir el padrón e incluir a víctimas no registradas. De esta manera, el galvense podría acceder a programas de salud mental y educación.

El entrevistado celebró la medida, pero se mantiene precavido. “Me enteré por varios conocidos que me escribieron, con alegría por los 3000 sobrevivientes que hoy no figuramos en ningún lado. Hay que esperar y ver qué podemos hacer nosotros desde acá”, comentó el galvense.

El 30 de diciembre de 2004 cambió la vida de Mariano, pero su pasión por la música está más viva que nunca. Tras años alejado de los conciertos, Mariano viajó hasta La Plata para ver la vuelta de Los Piojos en el Estadio Único Diego Armando Maradona. “Después de 15 años, volví a ver a Los Piojos. Tenía ganas de volver a un recital. Los últimos dos años no fui a ninguno y ya me daba por retirado del ambiente”.

Volver a un recital simboliza para él una forma de reconectar con la vida y con algo que parecía perdido. Después de todo lo vivido, el concierto se convierte en un pequeño acto de resistencia. En su camino de recuperación, queda claro que, más allá de las heridas, la música sigue siendo una forma de avanzar.

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El galvense asistió a la vuelta de Los Piojos en La Plata, el sábado 14 de diciembre de este año.

El galvense asistió a la vuelta de Los Piojos en La Plata, el sábado 14 de diciembre de este año.