Padre Marcelo Blanche: "La Basílica de Guadalupe es un lugar para arriesgar"
El padre Marcelo Blanche repite una y otra vez el concepto de "tomar riesgos". En esta nota, la mirada del nuevo párroco de la Basílica de Guadalupe.
El padre Marcelo Blanche repite una y otra vez el concepto de "tomar riesgos". En esta nota, la mirada del nuevo párroco de la Basílica de Guadalupe.
"Por ahí no soy tan conocido, porque si bien voy a cumplir 28 años como sacerdote, estuve muchos años en distintos lugares del interior y, a veces, lejos de la ciudad de Santa Fe", afirmó este cura nacido en San Javier, quien durante las últimas décadas recorrió parroquias de Esperanza, Gálvez, Elisa y El Trébol.
En Santa Fe, su trabajo sacerdotal siempre estuvo "en los límites de la ciudad", como en el barrio Centenario, al sur; y barrio Yapeyú, al norte.
Blanche afirma que se mueve "mejor en el cordón oeste" y reconoce que, llegar a la Basílica de Guadalupe, significa "un riesgo" porque se trata de un lugar "que siempre está en la mira de todos".
De todos modos, lanza una frase que tal vez sea un adelanto de cuál será su trabajo sacerdotal futuro: "Creo que la Basílica también es un lugar para arriesgar".
- ¿Cómo se definiría como cura?
- Uh..., qué pregunta: un cura entregado, que aprende de la gente, me gusta mucho el compartir. Por eso yo le decía a estos días, si algo me entusiasma de la Basílica, es que uno va aprendiendo historias de vida, porque es un lugar de peregrinación.
Yo lo he hecho, he ido peregrinando siempre. Me gusta aprender, me gusta la charla, el diálogo, el compartir.
- ¿Por qué tomó la decisión de ser cura?, ¿cómo fue?
- Yo empecé a plantearme esto de ser cura siendo monaguillo. Viste que los chicos en los pueblos hacen de monaguillo, ayudan al cura en la misa.
Y me empezó a interesar, a ver qué hacía el cura. Porque lo veía celebrando a la misa. Después, nos juntábamos a jugar al fútbol atrás de la parroquia de San Javier, donde hay una canchita.
Me gusta el fútbol, soy deportista, así que es mi identidad.
- ¿Algún club preferido?
- De Unión.
- Entonces, lo veía al cura...
- Claro. Y en San Javier hay muchas colonias. Y entonces el cura tiene que andar por muchos lugares. Entonces, empecé a acompañar al sacerdote, me empezó a gustar eso. Y yo siempre lo digo, comparándolo un poco con esto, ahí estaba el padre Lobato, durante 16 años en esa comunidad.
Y un día me dijo 'el obispo me traslada'... Eso fue también un golpe durísimo para mí, porque yo me estaba formando ahí, planteando la vocación sacerdotal.
Vino otro sacerdote, distinto, porque no hay dos sacerdotes iguales. Y empecé a ver que, más allá de que eran personas diferentes, los dos tenían una impronta muy linda de acompañar a la gente.
Cuando terminé cuarto año de la secundaria se da la posibilidad de que ya pueda entrar al seminario. El cura que llegó a San Javier era el padre Tomatis, que había estado en el mismo lugar donde ahora va a estar Olidio, en Santa María Junto a la Cruz.
A mí me entusiasmaba la vida del padre Tomatis, porque se animaba a tomar riesgos.
Entonces dije, si él hizo todo esto, yo me animo a entrar al seminario. Y bueno, me largué, entré sin terminar la secundaria y la completé en Santa Fe, en la escuela Bustos, frente a la Plaza España.
- Dijo "tomar riesgos"... ¿qué riesgo tomaría ahora?
- Esto de la Basílica de Guadalupe yo lo tomo como un desafío y un riesgo, por lo que es Guadalupe. El riesgo que implica al suceder a un cura que estuvo tantos años, muy querido y que dejó una marca muy importante.
Hay un riesgo: llegar, ver cómo uno va a empezar. Eso a mí me entusiasma también. Uno irá conociendo y tomando riesgos, y animándose a hacer cosas que tal vez antes no hacía, porque no era el lugar.
La Basílica es un lugar muy lindo como para encarar cosas, es un lugar de mucha llegada, que siempre está en la mirada de todos. Creo que la Basílica también es un lugar para arriesgar.
- ¿Existe el riesgo de las comparaciones con un cura tan querido como el padre Panigo?
- Yo creo que no se pueden evitar algunas cosas, las comparaciones siempre van a estar. Yo he pasado por distintos lugares y la comparación pasa, por ahí llegaba y me decían 'mirá, el padre tanto hacía las cosas así... y ¿usted cómo va a hacer?'.
Eso es inevitable. Eso va a pasar. Es inevitable que uno compare, como pasa siempre en todos los ámbitos donde nos movemos, cuando cambia la autoridad.
Pero eso a no me asusta, porque trataré de dar lo mejor. Siempre digo, yo trato siempre de dar lo mejor. Después, los resultados se verán.
Mi primera parroquia fue la San Antonio de Padua, en el Centenario. Llegué con la ilusión de la primera parroquia, con todas las ganas, y a los cuatro meses se vino el agua de la inundación. Y los que vivimos la inundación de 2003, sabemos lo que fue ese momento.
De golpe, el agua me cambió todos los planes. Pero hay que dar lo mejor en el lugar donde uno está, sabiendo que no todo va a salir bien. Porque a veces hay situaciones que hacen que no todo salga como uno quiere. Creo que un poco la vida es esto.
- ¿Recuerda algún momento particularmente complicado en su historia sacerdotal?
- La inundación fue muy dura porque yo era recién llegaba a la parroquia, no conocía mucha gente. Y ver tanto dolor en quienes perdieron todo. Fue un momento muy crítico, muy duro.
Y después, la pandemia, algo más reciente. Yo estaba en barrio Yapeyú y no se sabía qué iba a pasar y la gente venía desesperada.
En lo personal, uno tiene momentos de bajón, de desánimo.
- Pareciera que un cura nunca tiene momentos de bajón, que son tipos especiales.
- Sí, los tenemos, por lo menos yo. Los tenemos, o a veces cuando pasan cosas que nos duelen, en la misma comunidad. O con personas queridas... Yo tengo mis padres todavía, tengo una hermana.
Pienso en el padre Olidio, que acaba de perder a su mamá. Esos son momentos muy duros.
En la cercanía con la gente uno se encuentra con el dolor de muchas personas, pero parte de nuestra misión es saber acompañar y aliviar. A veces uno no puede solucionar algo, pero sí aliviar.
- ¿Alguna vez se enojó con Dios?
- No sé si llamarlo enojo, pero uno dice, ¿por qué Dios no hace algo?, ¿hasta cuándo esto?
A mí me marcó la inundación. Y me preguntaba ¿qué está mostrando Dios con todo esto?, ¿por qué tantas situaciones de dolor?
Porque una cosa es verlo de lejos, como ahora nos pasa con Bahía Blanca. Pero cuando te pasa ahí cerca... Cuando sucede un dolor muy grande, muchos estamos. Pero después, cada uno sigue su vida y queda esa herida.
- ¿Cómo ve la ciudad de Santa Fe?
- Es una ciudad que podría estar mejor, como toda ciudad. Creo que hay trabajar mucho. Estando en los barrios, algo que me llamaba la atención es ver las cosas que faltan.
Cuando los políticos venían o nos preguntaban, les decía que fueran a un barrio después de la lluvia. El día que llueve y después de la lluvia.
Porque ahí uno se entiende lo duro de los barrios. Yo veo esa Santa Fe que necesitaría un poquito más la atención en algunos sectores. Como estuve en el cordón oeste, me muevo mejor ahí.
Veo que es una ciudad con un potencial muy interesante, pero que necesita llegar a algunos lugares con mayores servicios.
- ¿Cómo ve el país?
- Uno, con las noticias, se asusta un poco. Lo veo muy herido por las polémicas, muy fragmentado en muchos casos. Ojalá en algún momento encontremos puntos de comunión y llegar a un punto que nos ayude a todos.
Cada uno piensa distinto, tenemos distintas ideologías, pero hay que tratar de descubrir el valor de la persona más allá de lo que piensa.
- ¿Cómo ve a la iglesia?
- Justo esta semana recordamos la elección de Francisco. Y la Iglesia tiene que tomar fuerza... Como que a veces veo cierta comodidad en algunos casos. Nos faltaría a los bautizados un poquito más de presencia, y no limitarnos a hacer cosas para tranquilizar la conciencia, sino tratar de buscar más riesgos.
Más riesgos en meterme en lugares donde pueda brindar una palabra o un consejo. O dar una mano para que muchos salgan de situaciones complicadas.
- ¿Y la iglesia como institución?
- Creo que tenemos un rol importante en la sociedad. Yo noto que en Argentina los obispos, los sacerdotes, somos escuchados o, por lo menos, nos consultan. Yo noto que la Iglesia tiene su lugar, que somos de alguna manera buscados para muchas cosas.
Habría que ver hasta dónde nos comprometemos, hasta dónde se compromete la iglesia, pero creo que tenemos que valorar esa presencia que la sociedad nos da como para mostrar algo.
- La pregunta más importante de todas: ¿cómo lo ve al Killy González?
- Yo creo que ya pasó varias. Pero luego con ganas, luego con garra... Hay que bancarlo. Es un tipo que se la banca.
- Parece que se identifica con la personalidad del Killy.
- Tal vez no soy tan expresivo. Trato de no ser tan explosivo. Pero trato de ponerle gana a las cosas. Le pongo ganas.
- ¿Sería capaz de rezar para que ascienda Colón?
- Tengo grandes amigos de Colón. Cuando estuve en el Centenario, Colón estaba en primera. Y yo siempre decía que era un cura de primera, el cura de Colón. Incluso me han invitado a ir a la cancha de Colón. Ojalá Colón ascienda.
Aparte, el sabor de los clásicos se extraña. Los clásicos tienen eso lindo de la previa, del clásico mismo. Bueno, después depende de cómo se den los resultados, las cargadas. Es parte del folclore lindo. Los que me conoces saben que soy futbolero.
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