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La escuela Papa Francisco de Alto Verde y el arte de enseñar un oficio

Desde hace más de 10 años la escuela de oficios Papa Francisco brinda oportunidades de formación gratuita en Alto Verde. Ahora convocan voluntarios para la Fundación Manos Abiertas para sumar nuevos objetivos.

En Alto Verde las parroquias y capillas de la Iglesia fueron cedidas a los Jesuitas en el año 2014. El rector del Colegio Inmaculada, Leonardo Nardin, se plantea hacer un aporte al lugar. Decide crear una institución que forme a los adultos para que puedan conseguir un trabajo de calidad. Así nace la escuela de oficios “Papa Francisco”.

En Argentina ya existía la Fundación Manos Abiertas y ante la necesidad de darle un marco legal a la escuela, se abre una delegación en Santa Fe. Se eligió la capilla Nuestra Señora de los Milagros que, hasta el momento, sólo daba catequesis los domingos. En el 2015 abren sólo dos cursos: albañilería y electricidad.

Diez años después, Wilson Stegmayer, director de la institución, recuerda los comienzos: “Arrancamos cuando el ministerio nos aprobó el cargo de director, portero y dos docentes. No teníamos nada, las herramientas las traían los alumnos de sus casas. Con el correr del tiempo, nos fueron habilitando más cursos. Hoy, además, damos: carpintería, cocina y herrería”.

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Wilson Stegmayer, director de la escuela de oficios Papa Francisco de Alto Verde contó cómo fue el recorrido de la institución.

Wilson Stegmayer, director de la escuela de oficios Papa Francisco de Alto Verde contó cómo fue el recorrido de la institución.

La próxima convocatoria de voluntarios para Manos Abiertas será el 18 de marzo, a las 18.30, en el Colegio Inmaculada. “Necesitamos sumar personas que colaboren porque tenemos nuevos objetivos. Queremos que la gente se amigue con Alto Verde, que pierda el miedo y darle valor a este barrio que tanto nos ha dado como Fundación”, dijo Bibiana Pronino, vicepresidenta de la Fundación.

Un lugar para todos

Una característica del barrio es que es heterogéneo. “Lo notamos observando los diferentes frentes de las casas, algunos pintados y otros no. En la escuela, además, hay diversidad de edades y realidades. Llegar a todos, es una gran tarea”, destaca el director.

Andrea Pérez, presidenta de Manos Abiertas en Santa Fe, considera que de las siete obras que lleva adelante la Fundación, la escuela es muy importante. “Además de pertenecernos, debemos cubrir los costos de mantenimiento, impuestos, servicios, materiales etc., ya que los talleres son gratuitos”, explicó.

“El roperito es nuestra mayor fuente de ingresos. Ahí tenemos una doble misión: recibimos donaciones y las vendemos a muy bajo costo. Con lo recaudado, mantenemos las obras. Por otro lado, un grupo de voluntarios consiguen los alimentos del taller de cocina a buen precio o por donaciones“, dijo.

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El Roperito de la Fundación Manos Abiertas es uno de los proyectos que sostiene el trabajo de los talleres.

El Roperito de la Fundación Manos Abiertas es uno de los proyectos que sostiene el trabajo de los talleres.

Las puertas del lugar están abiertas de lunes a viernes, de 12 a 18, y los cursos se dictan tres veces por semana, de 14 a 17.40. Tiene un staff máximo de 110 alumnos y actualmente hay 70 inscriptos. Aún quedan cupos para quienes deseen inscribirse y pueden hacerlo hasta el último viernes de abril en la Parroquia.

Wilson destaca que la situación económica del país influye mucho, “si el país anda bien, tenemos muchos alumnos y si anda mal, pocos. En la diaria ellos te dicen, “o trabajo para traer el pan a mi casa o me pongo a estudiar”.

Capacitarse abre puertas

Aproximadamente el 40% de quienes empiezan el curso, lo terminan. Al cabo de un año obtienen un título otorgado por el Ministerio de Educación de la provincia con validez nacional, aprobado por el Instituto Nacional de Escuela Técnica.

Pronino se emociona al revivir el acto de entrega de diplomas, ya que, para muchos, es el primero de sus vidas. “Lo obtienen con sacrificio y ves a toda la familia alentándolos con orgullo. Algunos terminan uno y luego hacen otro. En la escuela, los motivamos a que sigan aprendiendo porque tienen la posibilidad de recibir preparación gratuita y con salida laboral. Contamos con la colaboración de empresas que donan materiales, herramientas y buscan pasantes”.

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El 40% de los alumnos que inician los cursos en la escuela de oficios Papa Francisco de Alto Verde terminan la capacitación y obtienen su diploma.

El 40% de los alumnos que inician los cursos en la escuela de oficios Papa Francisco de Alto Verde terminan la capacitación y obtienen su diploma.

La escuela tiene además un convenio con la Fundación Educando, de Buenos Aires, que va a lugares vulnerables del país. Con ellos hacen conjuntamente cursos trimestrales de informática, robótica, repostería y durlock. “Debemos aprovechar al máximo el espacio que es muy grande y queremos que esté constantemente en funcionamiento”, destaca Bibiana.

El año pasado La Casa Juan Diego, que aloja a chicos en situación de calle, se acercó a la escuela. Asistieron 12 alumnos acompañados por una tutora, ya que algunos son adictos. “Fue un gran logro para nosotros que dos pudieran egresar”, dijo Bibiana.

Formación integral

La institución intenta no solo darles conocimientos técnicos y teóricos acerca del oficio, sino que sean buenas personas y sepan gestionar las relaciones. Laura Milani es voluntaria de Manos Abiertas y cada 15 días les brinda un espacio de escucha y reflexión. “A través de dinámicas o algún disparador, surgen cuestiones que atraviesan su realidad. Analizamos si la pobreza va a ser una barrera o una motivación de superación para que descubran sus valores y talentos", dijo.

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Laura Milani es una de las voluntarias de la Fundación Manos Abiertas que colabora con la escuela de oficios Papa Francisco de Alto Verde.

Laura Milani es una de las voluntarias de la Fundación Manos Abiertas que colabora con la escuela de oficios Papa Francisco de Alto Verde.

Luego agregó: "Hablamos sobre habilidades laborales, capacidad de resolución del problema, tolerancia, resiliencia, inteligencia emocional, perseverancia, trabajo en equipo, etc. Aptitudes necesarias para ser un buen empleado. Nos cuentan sus historias personales, sus miedos y deseos. Se generan lindas charlas donde se sostienen entre todos. Si bien el año corre rápido, al final logramos algunos cambios. Es muy valioso este espacio porque al escuchar a otros, se van animando y luego lo esperan ansiosos. Los más grandes aconsejan a los chicos y se retroalimentan. Hay mucho respeto y forman una cierta comunidad que los motiva a no abandonar el sueño de ser alguien”.

Wilson agrega que en ocasiones vienen exalumnos a contar sus experiencias y animan a los presentes cuando están pasando por alguna dificultad y piensan que no van a llegar.

Superación personal

Laura recuerda que en una oportunidad, una señora que asistía al taller de cocina le dice emocionada: “Mi mamá siempre me decía que era una inútil; que me quedara lavando platos en el comedor donde trabajaba. Hice un gran esfuerzo para venir al taller y desearía que ella me viera logrando este objetivo. Otra mujer estaba orgullosa de sí misma porque cuando cocinaba en su casa, le decían que la comida estaba muy rica. A un chico que vino en un camión desde Corrientes, lo ayudamos a hacer su currículum y hoy trabaja en una cafetería de la ciudad. Son pequeñas cuestiones que nos llenan de felicidad y nos recuerdan que en lo simple está lo grande”.

Andrea lamenta reconocer que “cuando pedimos voluntarios para Alto Verde, muchos tiene miedo. Y la gente acá también tiene sus reparos. Lograr vencer eso y que no haya barreras entre nosotros, es un desafío. En ocasiones, los alumnos temen no conseguir trabajo por ser del barrio y todo eso deben ir desandándolo”.

Siempre en un voluntariado es más lo que reciben que lo que dan, así lo afirman estas almas generosas que donan su tiempo para el bien de los demás. Esta labor les enseña, entre otras cosas, la resiliencia, la buena cara ante situaciones difíciles, que se puede vivir con poco y ser feliz.

Bibiana agradece a los habitantes del barrio que les den la posibilidad de hacer lo que les llena el corazón, “porque podemos tener muchas ganas, pero si no encontramos a quien brindarnos o de quien aprender, no podríamos desarrollar la tarea”.

Wilson comenta risueño que cuando la gente se acerca y pregunta que regalan les responden, conocimiento. “No queremos hacer asistencialismo, ellos vienen a aprender y lo que aprendan les va a servir para salir adelante. Además, son solidarios con otras escuelas u obras, ya que en los talleres les arreglan las sillas o lo que necesiten”, finalizó.