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Santa Fe inundación | Santa Fe | Inundación en Santa Fe de 2003

El dolor de perderlo todo en la inundación en Santa Fe en 2003: "Cuando abrí la puerta, no era mi casa"

A 22 años de la inundación de 2003, Analia Molinari recordó la tragedia que marcó a Santa Fe. El dolor de la pérdida y el reclamo por justicia aún sigue latente.

Este martes 29 de abril se conmemoran 22 años de una de las tragedias más devastadoras que vivió la ciudad de Santa Fe: la inundación de 2003. Un acontecimiento que marcó para siempre a la comunidad y dejó en su camino miles de historias de sufrimiento, pérdidas y recuerdos difíciles de borrar.

Entre ellas, la de Analia Molinari, quien, como muchos otros santafesinos, perdió todo lo que conocía en cuestión de horas. “Quedó la deuda de la justicia y del Estado”, contó en el programa Ahora Vengo. A lo largo de los años, el recuerdo de aquella jornada no se desvanece; se renueva cada año con la misma intensidad.

En aquellos días de abril, Analia vivía en el barrio Chalet, una zona de la ciudad que históricamente sufría inundaciones debido a su geografía. Para ella, el agua que llegaba era una constante: "Llovía y el barrio se inundaba, era algo habitual. Yo me acuerdo de chica, de jugar con la inundación", recordó.

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Sin embargo, ese 29 de abril de 2003 todo fue distinto. El cielo estaba gris, el aire fresco, y la lluvia caía de manera extraña. "Era todo muy raro", describió Analia, aún con la imagen vívida de lo que ocurrió esa tarde.

Mientras estudiaba en su casa, la vecina se acercó a preguntarle si podía albergarla en caso de que el agua llegara hasta allí. La situación empezó a volverse tensa. Las noticias alertaban de la magnitud del fenómeno y, poco después, el agua comenzó a ingresar a la casa de Analia.

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“Fue todo muy rápido. Esa noche se vivió de todo. Los gritos de los vecinos, los olores, los perros que habían quedado en los patios del barrio... todo muy raro”, enumeró, visiblemente conmovida.

La angustia, la incertidumbre y el miedo se apoderaron de la ciudad. A la mañana siguiente, el 30 de abril, la familia de Analia tuvo que evacuar por una ventana, ya que el agua había subido hasta los cables, dificultando la salida. "Nos evacuamos en la escuela de comercio de Santo Tomé, y luego, en la casa de unos amigos", relató.

Pero el dolor no solo fue físico. La tristeza caló tan hondo que incluso su abuela, afectada por la situación, falleció poco después, un golpe más que sumó a la tragedia. “Cuando abrís la puerta y te encontrás con cosas que no sabes qué son, no es tu casa. No es la casa que dejaste por la ventana. No es el barrio, no es la gente, en mi caso tampoco estaba mi abuela”, expresó con un nudo en la garganta.

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El proceso de volver a la rutina fue arduo. Analia estaba en plena formación como docente en el profesorado de Historia, pero la mente no estaba allí. "Estaba que dejaba o seguía", dice. Sin embargo, fue un profesor quien, al invitarla a un proyecto de investigación, la ayudó a retomar sus estudios. "Eso me permitió seguir adelante, poco a poco, porque todo el tiempo la cabeza estaba en otro lado", cuenta.

Hoy, más de dos décadas después, Analia recuerda aquella tragedia con una mezcla de dolor y gratitud. “Empezamos a contar la historia de otra manera, con el tiempo. Fueron años difíciles, pero también hemos logrado recordar con los amigos y la familia anécdotas que nos hicieron reír”, relata, aliviada por poder encontrar algo de humor en medio del dolor.

22 años después, la cicatriz sigue abierta para muchos, pero la memoria de las víctimas de esa tragedia continúa viva