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Cuando salvar vidas se vuelve un llamado: la historia de Paulo Milanesio, un santafesino en primera línea de la ayuda humanitaria

El santafesino Paulo Milanesio lleva esperanza a quienes lo perdieron todo. Su participación en Médicos Sin Fronteras fue un antes y un después en su vida.

Paulo Milanesio, es santafesino y desde hace cuatro años trabaja con Médicos Sin Fronteras, lo que lo llevo a diferentes países que atraviesan conflictos bélicos y humanitarios. El jueves recibió un reconocimiento en la Legislatura santafesina por su labor humanitaria.

Milanesio estudió Ingeniería Civil en la UNR y comenzó a viajar hace años siguiendo su sueño de poder conocer diferentes partes del mundo y llevar su profesión a lugares con necesidades. "Así es como me especialicé en el tema de abastecimiento de agua en zonas rurales y después con el tiempo empecé a trabajar en la gestión de programas y emergencias humanitarias", explicó el ingeniero.

Desde hace cuatro años integra el cuerpo de Médicos Sin Fronteras como gestor de programas, lo que lo llevó a diferentes conflictos armados como Ucrania, Yemen, Camerún, Etiopía y por último la Franja de Gaza.

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En el Senado de la Provincia, se homenajeó a Paulo Milanesio, Ingeniero Civil santafesino que desarrolla una gran labor humanitaria con Médicos sin Fronteras en zonas de conflictos bélicos y crisis humanitaria.

En el Senado de la Provincia, se homenajeó a Paulo Milanesio, Ingeniero Civil santafesino que desarrolla una gran labor humanitaria con Médicos sin Fronteras en zonas de conflictos bélicos y crisis humanitaria.

"Creo que es un recorrido, uno va sumando experiencia y capacidad técnica. Es un trabajo extremadamente profesional, una cosa es verlo a lo lejos y estar a miles de kilómetros", detalló el ingeniero oriundo de Carlos Pellegrini.

"Lo que hacemos es aliviar el sufrimiento y salvar vidas", agregó Milanesio que describió la situación como una "tensión constante", ya que se trata de convivir con las necesidades y la escasez de recursos para resolverlas. En esta tarea no hay días ni horarios, se trabaja las 24 horas bajo las explosiones y el sonido de los helicópteros.

En estos escenarios las personas pierden su vida, familia y hogar. "Las historias son contantes en un contexto donde uno convive con comunidades que se desplazan, que dejan todo atrás, sus vidas fueron destruidas y su futuro no está garantizado. Te deja un montón de enseñanzas", describió.

Su experiencia en la Frontera de Gaza

Su último destino fue la Frontera de Gaza, una zona que calificó como un "caos constante" en donde todo está destruido. "Con tiendas de campaña en cualquier lugar, ves la realidad de esas personas, como están viviendo y transmiten lo que viven. — relató el ingeniero — He visto familias desarmando una carpa que era una lona con cuatro clavos".

Con más de 20.000 huérfanos en Gaza y la ayuda humanitaria bloqueada, las escenas que el santafesino narra son desgarradoras.

El Estado de Israel no deja ingresar camiones con insumos médicos ni medicinas para tratamientos oncológicos. En ese camino los chicos enfermos aparecen heridos o quemados.

"Un día íbamos avanzando con el coche con la ambulancia y un niño se tiró. Paramos y nos dijeron que no era importante. El niño se sacó el sombrero y no tenía más pelo porque, antes de la guerra, estaba atravesando un tratamiento oncológico y nos venía a pedir ayuda. No pudimos ayudarlo", relató Milanesio.

Ese chico fue derivado a un hospital, en donde solo podían aliviar su sufrimiento. "Al final va a tener una muerte lenta. Estas son las cosas que te deja la guerra y entonces las injusticias que no se ven. Nosotros hacemos todo lo posible y así es como trabajamos con Médicos Sin Fronteras, por esa gente es por la que uno se mete y sigue empujando. Esas son las cosas que te marcan para siempre", destacó.

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Milanesio estuvo dos meses en Gaza planificando las estrategias de apoyo de Médicos Sin Fronteras.

Milanesio estuvo dos meses en Gaza planificando las estrategias de apoyo de Médicos Sin Fronteras.

Las escenas generan colapsos y temor cuando los voluntarios están lejos de sus familias. Aparece la duda y la falta de sueño llega cuando se siente vibrar la cama y las bombas caen.

"Hay situaciones donde no tenés acceso a las herramientas para poder ayudar. Pero después ver cómo tu esfuerzo hacen que una mujer que tenía un parto complicado pueda dar algo a su hijo de manera segura. Ese momento en donde no importa ese cansancio y ese esfuerzo merece la pena", explica.

Milanesio mantiene un contacto casi diario con sus compañeros de Camerún, de Ucrania, Etiopía. Las situaciones que describen son desesperantes en un marco en el que se es consciente de que se sobrevive día a día.