El 14 de marzo de 2020 quedó marcado en la memoria de los santafesinos como el día en que el Covid-19 llegó oficialmente a la provincia de Santa Fe. El primer caso fue un hombre de 28 años, oriundo de Rosario, que había viajado a Inglaterra.
Seis días después, el virus alcanzó la ciudad de Santa Fe. Una mujer de 22 años, con antecedente de viaje a Brasil, se convirtió en el primer caso local y debió ser internada en el Hospital Cullen debido a un broncoespasmo.
La aparición del primer caso generó una respuesta inmediata por parte del gobierno provincial y las instituciones de salud. Se reforzaron los controles epidemiológicos, se establecieron líneas de comunicación directa con la población y se comenzaron a adaptar hospitales y centros de salud para la atención de casos sospechosos.
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Solo seis días después, el 20 de marzo, el gobierno nacional decretó el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO), restringiendo la circulación y limitando las actividades económicas y sociales.
Santa Fe adoptó medidas estrictas, como la implementación de centros de aislamiento para pacientes con síntomas leves, la reorganización del sistema sanitario con hospitales de referencia y la ampliación de unidades de terapia intensiva. Además, se activaron estrategias de detección temprana con operativos de testeo en barrios vulnerables y la adecuación del transporte público para reducir el riesgo de contagio.
La evolución de la pandemia: olas de contagio y adaptación
A medida que avanzaban los meses, Santa Fe (al igual que el resto del país) experimentó distintas olas de contagio que pusieron en jaque el sistema de salud. Mientras que en los primeros meses del 2020 el virus parecía bajo control, la situación se agravó en la segunda mitad del año, cuando los casos aumentaron exponencialmente. En 2021, con la aparición de nuevas variantes, la provincia vivió picos de ocupación hospitalaria y momentos de extrema tensión sanitaria.
Para hacer frente a estos desafíos, las autoridades flexibilizaron y endurecieron restricciones según la evolución de los casos, permitiendo aperturas parciales en momentos de baja circulación y endureciendo medidas en los períodos más críticos. Los sectores más golpeados fueron la educación, el comercio y el turismo, los cuales tuvieron que reinventarse para sobrevivir en medio de la crisis sanitaria y económica.
El proceso de vacunación: un antes y un después
La llegada de las vacunas contra el Covid-19 en diciembre de 2020 marcó un punto de inflexión en la lucha contra el virus. Santa Fe inició su plan de inmunización con el personal de salud y los grupos de riesgo, ampliando progresivamente la cobertura a docentes, fuerzas de seguridad y, finalmente, a toda la población.
El impacto de la vacunación se hizo evidente en la reducción de casos graves y fallecimientos. Para mediados de 2021, los hospitales comenzaron a notar una disminución en la ocupación de camas de terapia intensiva y, aunque nuevas variantes desafiaron la efectividad de las vacunas, los cuadros graves y la mortalidad se redujeron significativamente.
La percepción de la sociedad sobre la inmunización
Si bien en un principio hubo desconfianza en ciertos sectores de la población respecto a la vacunación, la mayoría de los santafesinos acudió masivamente a los centros de vacunación, entendiendo la importancia de la inmunización como herramienta clave para el control de la pandemia. Las campañas de concientización, junto con la evidencia científica, contribuyeron a aumentar la adhesión y disminuir los temores iniciales.
Sin embargo, el proceso no estuvo exento de desafíos. Desde dificultades en la distribución de dosis hasta la aparición de movimientos antivacunas, la provincia tuvo que enfrentar diferentes obstáculos para alcanzar una cobertura óptima. A pesar de ello, la vacunación permitió recuperar gradualmente la normalidad, con la reactivación de actividades, la flexibilización del uso de barbijos y la vuelta progresiva a la presencialidad en escuelas y lugares de trabajo.
A cinco años del primer caso de Covid-19 en Santa Fe, la provincia demostró capacidad de adaptación y resiliencia. La pandemia dejó lecciones profundas sobre la importancia de la salud pública y el compromiso ciudadano en la contención de crisis sanitarias. Hoy Santa Fe se encuentra en una etapa diferente y con mejores herramientas para enfrentar futuras emergencias sanitarias.