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Hígado graso: una epidemia silenciosa que afecta cada vez más a niños y adolescentes

Luis Gaite, reconocido hepatólogo de la ciudad de Santa Fe, pasó por los estudios de AIRE, y habló sobre una enfermedad poco conocida que puede tener graves repercusiones si no se detecta en forma adecuada.

El hígado es uno de los órganos más importantes de nuestro cuerpo y una de sus funciones más relevantes es guardar energía. Cuando sobra energía, a causa del sedentarismo o la mala alimentación, esta se acumula en forma de grasa.

A un mes del Día Mundial del Hígado, Luis Gaite, reconocido hepatólogo de la ciudad de Santa Fe (MP 4899), pasó por los estudios de AIRE, y habló sobre el hígado graso, una epidemia silenciosa que afecta a dos de cada 10 personas y a cada vez más niños y adolescentes.

Hoy nos sobra energía. La comida está disponible en la heladera, nos trasladamos en auto o en colectivo y no usamos el cuerpo. La energía que no se consume, la acumula el hígado en forma de glucógeno y después en grasa (lípidos). Eso lleva a que cambie de estructura, de color y que aumenta de tamaño”, indicó el especialista.

Gaite explicó que esta patología no es muy conocida y se estima que la padecen dos de cada 10 personas. “Si no se detecta en forma adecuada, puede evolucionar y tener graves repercusiones, hasta convertirse en cirrosis”, contó.

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Consultado sobre los síntomas, el hepatólogo explicó que “en realidad, es silencioso, no da molestias, aunque sí lo hace cuando está avanzado. Puede generar fatiga, cansancio, picazón en el cuerpo, intolerancia a las comidas”.

En tanto, Gaite expresó que hay tratamientos que revierten esta condición si se toma a tiempo: “Algunas personas solo acumulan grasa y otras desarrollan esta complicación como la fibrosis hepática, que es el precursor de la cirrosis, es decir, que no solo es exclusiva de las personas que beben alcohol, sino que puede generarse en 10 o 15 años”

En cuanto al tratamiento, dijo que los hábitos tienen mucho que ver y que es multidisciplinario: se trabaja con un hepatólogo, endocrinólogo, preparador físico y nutricionista.

Niños y adolescentes, una preocupación que crece

El hepatólogo indicó que el hígado graso se detecta cada vez con más frecuencia en niños y adolescentes. “La alimentación y las costumbres influyen. Pantallas, sedentarismo, excesivo tiempo de escolarización y poco tiempo de buenos alimentos y de calidad, son cuestiones que influyen. Una de las claves son los buenos hábitos de alimentación: más carne, cereales, frutas y verduras y menos ultraprocesados y gaseosas”.

Hígado graso: causas, factores de riesgo y su relación con otras enfermedades

El hígado graso es una condición en la que la genética juega un papel fundamental. Existen tres grados de la enfermedad, y es clave detectar cuál es el más grave para abordarlo de manera adecuada en el tratamiento. Se presenta de manera equitativa en hombres y mujeres.

El daño en el hígado se produce cuando algo afecta su estructura, como una hepatitis, toxicidad o la acumulación de grasa. Entre los factores más frecuentes que pueden generar toxicidad hepática se encuentran el alcohol, algunos fármacos y ciertos agentes ambientales como agroquímicos, fertilizantes y pesticidas.

En el caso de los medicamentos, el diclofenac puede provocar toxicidad si se consume de manera progresiva durante semanas. También el amoxicilina-clavulánico, un antibiótico combinado, puede generar efectos adversos en el hígado. Sin embargo, Gaite aclara que no se trata de fármacos peligrosos en sí mismos, sino que su uso frecuente y sin control puede derivar en problemas hepáticos.

El consumo de suplementos proteicos, como las proteínas hidrolizadas o la queratina, no representa un problema en sí mismo, siempre que haya un equilibrio entre la ingesta y el gasto energético. Si el consumo de estos productos no se acompaña de ejercicio regular, el excedente calórico puede favorecer la acumulación de grasa en el hígado. Con un seguimiento adecuado, su ingesta no genera inconvenientes.

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El consumo de suplementos proteicos, como las proteínas hidrolizadas o la queratina, no representa un problema en sí mismo, siempre que haya un equilibrio entre la ingesta y el gasto energético.

El consumo de suplementos proteicos, como las proteínas hidrolizadas o la queratina, no representa un problema en sí mismo, siempre que haya un equilibrio entre la ingesta y el gasto energético.

El limón no limpia el hígado. Su consumo puede generar una sensación de alivio en el estómago, pero no tiene un efecto depurativo sobre este órgano. El hígado graso no es una enfermedad genética en sí misma, aunque existe una predisposición hereditaria a desarrollar resistencia a la insulina, lo que puede desencadenar la acumulación de grasa hepática. Si hay antecedentes familiares, es recomendable consultar con un médico.

La diabetes está estrechamente relacionada con el hígado graso. Los controles médicos incluyen evaluaciones específicas para detectar esta afección en personas diabéticas, ya que presentan un mayor riesgo de desarrollar enfermedades hepáticas graves. No todos los diabéticos tienen problemas en el hígado, pero en aquellos que presentan signos de hígado graso, se deben realizar estudios más detallados para determinar el grado de afectación.

El alcohol es una droga legal y aceptada socialmente, pero su consumo puede ser perjudicial para el hígado. En personas con enfermedad hepática, no existe un nivel de consumo seguro, ya que cualquier cantidad de alcohol puede potenciar el daño existente. El colesterol alto también es una de las causas del hígado graso, ya que favorece la acumulación de lípidos en el órgano.

En los bancos de sangre, se excluyen como donantes a personas que hayan tenido hepatitis, aunque en casos excepcionales, pueden ser autorizadas a donar si la enfermedad ha sido superada. Los pacientes celíacos también presentan un mayor riesgo de desarrollar hígado graso, especialmente si no llevan un adecuado control de su condición.

La proteína: cuál es su importancia y su papel como molécula compuesta
Mantener una dieta equilibrada y realizar actividad física es esencial para mantener un hígado sano.

Mantener una dieta equilibrada y realizar actividad física es esencial para mantener un hígado sano.

La bilirrubina alta puede estar relacionada con el hígado graso. Es un indicador de laboratorio que debe ser analizado para determinar su causa. Su aumento puede deberse a factores genéticos o a patologías hepáticas. Cuando se encuentra elevada, es necesario realizar estudios complementarios para evaluar la función hepática.

La recuperación del hígado graso a través de la alimentación y el cambio de hábitos es un proceso lento. Así como la enfermedad se desarrolla a lo largo de varios años, su reversión también puede llevar un tiempo prolongado. El organismo no cambia de manera inmediata, y en algunos casos puede tardar hasta cinco años en recuperar su funcionamiento normal.

Las gaseosas, tanto azucaradas como dietéticas, son perjudiciales para la salud hepática. Las bebidas con azúcar generan picos en los niveles de glucosa que favorecen la acumulación de grasa en el hígado. Las gaseosas dietéticas, por su parte, pueden alterar la percepción del sabor en personas jóvenes y fomentar el consumo de más productos azucarados.

La bilirrubina es un producto del metabolismo de los glóbulos rojos. Su elevación en sangre puede deberse a múltiples causas, entre ellas el hígado graso o condiciones genéticas. Si su aumento es aislado y no se acompaña de otros síntomas, no suele representar un problema.

El hipotiroidismo no controlado es otro de los factores que pueden contribuir al desarrollo de hígado graso. En cuanto a los endulzantes, la estevia es una opción recomendada por ser de origen natural.

El hígado graso también puede presentarse en personas con hábitos saludables. En estos casos, la causa principal suele ser genética, ya que existe una predisposición que favorece la acumulación de grasa hepática, aun cuando no haya factores externos evidentes que la expliquen.

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