Fiel a su estilo de pisar el acelerador aún en las curvas, el mandatario aprovechó el escenario de la Asamblea Legislativa para lanzar su campaña electoral, en la que arriesgará el destino de su proyecto político.
El discurso que pronunció en la ceremonia inaugural de las sesiones ordinarias del Congreso fue, en rigor, un himno autocelebratorio que se exhibió al Milei más auténtico, aquel que arremete contra todo y contra todos con palabras encendidas que rozan la agresión.
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Ante un Congreso semivacío y con un discurso encendido, Milei inauguró las sesiones ordinarias.
Puede dar fe de ello el neurocirujano y diputado radical Facundo Manes quien, por agitar la Constitución desde su banca, soportó no solo la embestida del presidente por cadena nacional, sino también la reacción intimidante de su asesor estrella Santiago Caputo, quien lo increpó durante y después la Asamblea.
El episodio empañó la estrategia del Gobierno que, a todas luces, consistía en aprovechar el escenario legislativo y la transmisión por cadena nacional para mostrar a un Milei fortalecido luego de varias semanas de traspiés políticos y lanzar la campaña libertaria.
Sin embargo, el cruce con Manes acaparó toda la conversación pública en los medios y en las redes sociales y dejó en segundo plano el discurso presidencial con la imagen protagónica del presidente. El tiro salió por la culata.
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Al jefe de Estado lo escuchaba un recinto semivacío —una situación inédita en 42 años de democracia—, provocado por el faltazo de Unión por la Patria y la presencia, raleada, de los distintos bloques opositores. Tampoco dieron el presente la mayoría de los gobernadores ni expresidentes, como Mauricio Macri, quien avisó que no iría.
Eso no fue problema para los operadores libertarios, que coparon las galerías con militancia, mientras la transmisión oficial privilegiaba las imágenes del bloque libertario y el gabinete. Karina Milei, a cargo de las invitaciones del Gobierno, con el aval silencioso de los presidentes de ambas Cámaras, Martín Menem y Victoria Villarruel, impidió por segundo año consecutivo la presencia de fotógrafos en la planta baja del recinto ni de periodistas acreditados en los palcos, que solo pudieron seguir la sesión desde la segunda bandeja de la Cámara.
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No hubo grandes anuncios en la más de una hora de discurso: el más relevante fue la promesa del presidente de que enviará al Congreso el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para su ratificación.
Todavía no hay fecha ni definiciones sobre si el FMI va a desembolsar millones frescos para que la Argentina pueda engrosar reservas y realizar cumplimientos de pago. Esta es, sin dudas, la preocupación más importante del elenco gubernamental: sin esos fondos frescos, las reservas del Banco Central se verán fuertemente comprometidas y la salida del cepo —que el presidente imagina para fines de año— será una quimera.
El otro eje del discurso presidencial versó sobre la seguridad: anunció que promoverá un aumento de penas en un Código Penal renovado y anticipó que enviará los pliegos para cubrir todas las vacantes en la Justicia Federal.
Elogió calurosamente a la ministra del área, Patricia Bullrich, una de las potenciales candidatas a encabezar lista libertaria de candidatos porteños. También mencionó a Manuel Adorni, vocero presidencial. Ambos serán sus lugartenientes en la pelea por el control de la Capital, hoy concentrado exclusivamente en los primos Macri.