Por el caso, fueron condenados el año pasado dos hermanos albañiles, identificados como Martín Uriel y Franco Quevedo, a la pena de 13 años de prisión como coautores del delito de secuestro extorsivo agravado por tratarse la víctima de una persona discapacitada y por la cantidad de intervinientes.
Por los mismos cargos, pero a la pena de 11 años de cárcel, fue también sentenciado el ex empleado del Ejército Argentino, Jonatán David Oscar Petri, que al momento de su detención oficiaba como agente civil en el batallón de arsenales 603 de Fray Luis Beltrán.
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La condena para los tres secuestradores fue dictada el 21 de octubre del 2024 por los jueces José María Escobar Cello, Luciano Lauría y Elena Beatriz Dilario tras un juicio que tuvo lugar en el Tribunal Oral Federal de Santa Fe.
El fallo fue apelado por las defensas de los tres detenidos y recientemente la Sala 4 de la Cámara de Casación rechazó los planteos y dejó firme las condenas en una resolución judicial que llevó la firma de los jueces Gustavo Marcelo Hornos, Mariano Hernán Borinsky y Carlos Javier Carbajo.
Secuestro extorsivo
El caso por el cual salió la reciente resolución remonta a los primeros minutos del 14 de abril del 2024, cuando los hermanos Quevedo circulaban a bordo de un Ford Focus gris (propiedad de uno de ellos) y al llegar a la esquina de Maipú, entre avenida República y Corrientes raptaron a Nicolás Pablo M., al cual subieron por la fuerza al coche.
Desde allí partieron rumbo a la localidad de Andino y en pleno traslado se contactaron en varias oportunidades con el teléfono de la madre de la víctima y le exigieron el pago de 200.000 dólares para liberar a su hijo. En principio, le enviaron un mensaje antes de la 7 de la mañana y le dejaron claro cuáles eran sus intenciones criminales: "No es joda, 200 mil dólares o no le ve más, si llama a la cana no lo ve más", le advirtieron.
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El momento en que los secuestradores trasladaban a la víctima a bordo del Ford Focus.
Durante el rapto, le pidieron a la madre de la víctima que deje el dinero que tenía debajo del puente del río Carcarañá que atraviesa la autopista Rosario-Santa Fe. “Cuchame dejá la plata tirada en el puente Carcarañá, abajo hay una calle”, le indicaron. "Tu hijo está en Ricardone camino de tierra que va Aldao", acotaron en otra comunicación.
Sin embargo, el plan criminal se fisuró cuando uno de los hermanos usó su teléfono particular para hacerle una llamada perdida a la madre del joven secuestrado. Ese número fue rápidamente intervenido por los agentes antisecuestros de la Policía Federal que para ese entonces estaban a cargo del caso y lograron detectar que era de Franco Quevedo. El mismo hizo impactos de antena idénticos a los del celular de la víctima, el cual fue utilizado para hacer las llamadas extorsivas.
De hecho, el celular de su hermano, Martín Uriel, quedó registrado14 veces en las antenas de la zona de Rosario, San Lorenzo y Aldao, lugares cercanos a la casa de Andino en donde fue retenida la víctima. Y, como si fuera poco, Martín Quevedo figuraba como titular del Ford Focus que para ese entonces se sospechaba había sido utilizado para la trama delictiva.
Cautivo y liberado
Durante el secuestro, la víctima fue trasladada hasta una vivienda en construcción ubicada en calle Miguel Pafundi S/N, manzana 16, de Aldao, la cual era propiedad de la hermana de los hermanos Quevedo y su cuñado, Jonatán David Oscar Petri, quien se cree interactuó en al menos dos llamados con los Quevedo, durante el tiempo que duró el rapto.
En el cautiverio, el hombre secuestrado permaneció con sus manos atadas y la cabeza tapada, y fue obligado a dormirse en un colchón y realizar sus necesidades en un tacho. Horas después, tras frustrarse el pago del rescate al amanecer, los secuestradores cargaron al muchacho en el automóvil y lo liberaron en un camino rural de la zona en donde fue luego hallado por un automovilista que pasó.