El avión que había despegado de Morón, Buenos Aires, descendió en el aeropuerto santafesino para reaprovisionarse de combustible. Su destino final era Rosario de la Frontera, en Salta, a pocos kilómetros del límite con Bolivia. El 29 de diciembre hicieron la ruta inversa.
Las particularidades de esos vuelos recaían en dos puntos: quiénes eran los pilotos y los pasajeros. Y el destino: la frontera con Bolivia. Eduardo y Gustavo Juliá habían sido condenados en España en 2011 por traficar una tonelada de cocaína en el jet Bombardier Challenger 604. La sospecha es que en ese vuelo no traían empanadas salteñas para fin de año.
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Gustavo Juliá, hijo de un jefe de la Fuerza Aérea durante el menemismo, fue detenido hace diez días por efectivos de la Policía Federal Argentina (PFA) en el marco de una investigación por un secuestro extorsivo vinculado al narcotráfico, en la que dos detenidos son miembros de la banda de Los Monos.
Juliá quedó enredado en el secuestro extorsivo del empresario entrerriano Gastón Tallone, que era investigado por lavado de dinero. Visitaba con frecuencia a Máximo Ariel "Guille" Cantero, en el penal de Marcos Paz.
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Juliá quedó enredado en el secuestro extorsivo del empresario entrerriano Gastón Tallone, que era investigado por lavado de dinero. Visitaba con frecuencia a Máximo Ariel Guille Cantero, en el penal de Marcos Paz.
Tallone está desaparecido desde el 8 de julio de 2023, cuando fue obligado a subir a un vehículo en la zona de Abasto, entre los barrios porteños de Almagro y Balvanera. Algunas semanas antes, la víctima del secuestro había aparecido en las noticias de la ciudad entrerriana de Concepción del Uruguay por una denuncia de recepción de pagos de extorsiones en la zona portuaria, en 2021.
Según el diario La Nación, esa presentación la realizó el abogado José Alberto Tomás Uriburu, autodefinido en el escrito como dueño de la empresa Terminal Puerto Concepción del Uruguay, que mencionó a Tallone como uno de los hombres que cobraba el dinero exigido en dólares a su nombre, supuestamente, del por entonces administrador del Ente Autárquico Puerto Concepción del Uruguay a cambio de no obstaculizar el movimiento en esas terminales y de facilitar la compra agresiva de una empresa al “armar una mochila de juicios” a sus anteriores dueños.
Desde ese testimonio, Uriburu pasó de denunciante de corrupción a imputado por el rapto de Tallone, luego de la decisión que en agosto de 2023 tomó la fiscal federal Josefina Minatta, que en ese momento tenía la investigación que ahora sigue su colega Carlos Stornelli.
Aparecen dos rosarinos involucrados en el secuestro
Los investigadores detectaron una pata de la barra brava de Newell's y la banda de Los Monos. Son Alejandro Ficcadenti y Sergio Di Vanni, que están sospechados también de llevar adelante las amenazas contra el jugador a Ángel Di María.
El periodista Agustín Ceruse publicó en Encrucijada que esta historia comenzó a gestarse a mitad del 2023 cuando una organización criminal arrojó papelitos en las puertas de la casa de Tallone y la de su amigo José Uriburu. Tenían el mismo mensaje: «Con la mafia no se jode». Una marca indeleble que impusieron Los Monos en Rosario. Después les prendieron fuego los autos. A eso les siguieron tiros. Peleados por el control de la terminal portuaria, en plena Hidrovía, Uriburu intentó que Tallone solucionara el problema al que lo había arrastrado. Él buscó otra salida.
Uriburu ya no pudo resistir la presión y en agosto de 2023 recurrió a quien pensó que podía ayudarlo dado el contexto de las amenazas: ni más ni menos que Juliá. Le contó que «la mafia» le reclamaba 340 kilos de cocaína que desaparecieron de la Terminal Portuaria Concepción del Uruguay (TPCU), pero le juró que el ladrón había sido Tallone.
De acuerdo a lo que reveló Ceruse, Juliá levantó el teléfono: «la mafia», le dijo, lo perdonaría, pero, primero, como reveló Encripdata, debería ir a la cárcel de Marcos Paz para hablar cara a cara con uno de los «dueños» de Rosario: «Guille» Cantero.
En total, Uriburu se reunió 17 veces con el jefe de Los Monos. Las visitas empezaron en 2023 y continuaron en 2024, cuando ya estaba vigente el Sistema Integral de Gestión para Personas Privadas de la Libertad de Alto Riesgo en el Servicio Penitenciario Federal (SPF), que, entre otras medidas, redujo al máximo las visitas: solamente continuarían teniendo encuentros de contacto con familiares directos y excepcionalmente, con personas allegadas, en este caso con contacto diferido en sala de locutorio individual.
Uriburu se presentó en su condición de abogado con la excusa de arreglar los términos de una posible representación en causas penales. Pero arreglaron otra cosa. Sabiendo que su visita tenía llegada a la política nacional, «Guille» le ordenó transmitir un mensaje: «Que me mejoren las condiciones de detención y yo paro el baño de sangre». Dicen que así consiguió volver a ver a sus hijos. Al final, Cantero puso a prueba a Uriburu: su vida a cambio de la de Tallone.
Uriburu no pudo, no supo o no quiso salir de esa encerrona: acompañado a sol y sombra por Ficcadenti y Di Vanni, los dos barras de Newell’s, y por Juliá, se reunió varias veces con Tallone. Primero logró que devolviera parte del cargamento robado. Pero eso no bastó. Los Monos no perdonan: tenía que «entregarlo».
El 8 de julio fue la emboscada: convocado por su socio Juan Carlos Miró, Tallone se acercó hasta el Abasto y, allí, los rosarinos a bordo de un auto Gol vinculado a Juliá, lo secuestraron. A pocos metros, dentro de su Audi Q3, Uriburu, recordando la advertencia de Guille, monitoreó la operación. Desde ese día se perdió el rastro de Tallone.