Un día después del crimen de De la Encina, que ocurrió el 13 de enero pasado en el penal de Piñero, la Secretaría de Asuntos Penales del Ministerio de Justicia y Seguridad de Santa Fe pasó a disponibilidad y suspendió de manera preventiva en su puesto al oficial del Servicio Penitenciario, Hernán Peralta.
Este agente fue señalado por los guardias Julián Aguirre y Gustavo Raimondi como el superior que les dio la orden de abrir la celda en la que estaba De la Encina y entregarlo a sus asesinos. Eso luego se corroboró en la audiencia imputativa, con la declaración de los dos agentes penitenciarios.
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El testimonio del penitenciario Raimondi fue claro, cuando explicó qué ocurrió en el pabellón donde está la gente de Esteban Alvarado. "Cuando se va la visita y yo me estaba sacando el casco que usamos para que no nos reconozcan los presos, veo que le están pegando a de la Encina. Ahí, él se mete en la jaula de seguridad, que estaba abierta. Y yo la cerré. A mí a la orden de abrir esa puerta me la dio Hernán Peralta, un superior mío. Yo cumplí una orden y si desobedecía podían sancionarme", dijo.
El agente reveló, además, que "un preso de apellido González, delegado del Pabellón 6, dio la orden para que otros cinco reclusos ataquen a de la Encina, decían que había traicionado a la mafia".
Julián Aguirre, el otro penitenciario imputado, declaró que un jefe –Peralta– dio la orden de abrir la puerta por donde entraron los atacantes. "Peralta me dijo “abrí que no pasa nada” y después me pidió que no ponga nada en el libro de novedades. Y se lo llevó".
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En la cárcel de Piñero acusaron a dos penitenciarios de facilitar un crimen narco.
Al observar las cámaras y ver la actuación de los guardias, las autoridades se dieron cuenta que a De la Encina lo habían entregado. Lo que no se logró determinar por ahora es cuanto pagaron para matarlo. La sospecha es que la orden de asesinarlo provino de la banda que lidera Alvarado, que está preso en el penal de Ezeiza.
El ministro de Seguridad de Santa Fe, Pablo Cococcioni, dijo que "se estuvo a disposición de la Justicia desde el primer momento en que se supo del hecho (el crimen de De la Encina). Todos los empleados del Servicio Penitenciario que podrían haber estado involucrados fueron suspendidos, pasados a disponibilidad, y se les abrió un expediente administrativo. Incluido el empleado que se mencionó durante la audiencia”.
Quién era Agustín de la Encina
De la Encina era un preso que cuyo perfil no abunda en las cárceles, pobladas de marginales y pobres. Este joven había ido al colegio Latinoamericano de Rosario, donde terminó la secundaria. Estuvo ligado al deporte parte de su adolescencia pero después comenzó a tener problemas con las drogas que lo llevaron a convertirse en narco. Una de las hipótesis es que este crimen esté relacionado con un cargamento de 32 kilos de cocaína que fue incautado en agosto pasado, y que tenía como destino final la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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Un profesor que ganó su cariño en la secundaria se preguntó después de conocer la noticia de la muerte de Gustavo de la Encina qué llevó a este joven, que vivía en el centro, que pertenecía a una familia de clase media trabajadora, era deportista y extrovertido, a rodearse con un mundo marginal que lo terminó por engullir.
Los “soldaditos” fungibles
Este tipo de historias empezaron a multiplicarse durante los últimos años, y muestran la composición de otras bandas rosarinas, a excepción de Los Monos que se nutren de “soldaditos” fungibles –como lo denominó el fiscal Matías Edery- de una periferia atravesada por la pobreza y la indigencia.
Un caso similar es el de Lisandro Contreras, detenido a principios de diciembre en un country en Pilar, como publicó AIRE. O el del rugbier prófugo Marcos Díaz, exjugador de Los Pumitas, que tiene pedido de captura y nadie lo pudo detener desde hace casi cuatro años. Este joven que jugaba de forward en Plaza Jewell, un club tradicional de rugby de Rosario, era quien proveía de dólares, a la banda del narco peruano Julio Rodríguez Granthon, actualmente preso en el penal de Ezeiza.
Gustavo de la Encina vivía en pleno centro de Rosario. Estudiaba abogacía y decía en su perfil de LinkedIn que era bróker de seguros, entre otras ocupaciones, como instructor de una academia para aprender a manejar, que es de su madre.
Su prontuario señala que fue detenido por primera vez en 2021, en el marco de una causa federal por narcomenudeo. Lo condenaron a cuatro años de prisión por “tráfico de estupefacientes, en la modalidad de tenencia con fines de comercialización”. También sentenciaron a los otros dealers, como María Cecilia Pascual y Franco Zangrando Ortíz. Este último fue detenido el 12 de marzo de 2022 en el marco del programa Tribuna Segura en un control en el estadio de Rosario Central. En los allanamientos la PFA había secuestrado 700 gramos de cocaína.
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La delegación en Rosario de la Policía Federal recibió una denuncia anónima.
La investigación se había originado por una denuncia anónima que llegó a la delegación en Rosario de la Policía Federal. Un llamado telefónico advirtió el 26 de agosto de 2021 que “una organización vinculada al tráfico de drogas, que contrabandean cocaína desde Bolivia a Rosario. También hacen ventas de armas en Rosario y de cocaína por kilaje en Rosario a personas que venden al menudeo. El que organiza los viajes es Franco José Zangrando Ortiz. Franco vive en frente al Hospital Roque Sáenz Peña”.
De la Encina fue enviado a la cárcel de Piñero y luego trasladado al penal de Coronda, a unos 90 kilómetros de Rosario. En la penitenciaría comenzó a estudiar abogacía. Eso le daría chances de comenzar a salir del pabellón. Pero mientras estaba detenido se sumaron otras dos causas sobre sus espaldas.
En octubre de 2023, el joven que en el colegio muchos recuerdan con simpatía contrató dos sicarios para matar a una mujer. Lo hizo desde la propia cárcel, donde tenía acceso a un teléfono celular y poseía una amplia paleta de contactos de asesinos a sueldo.
El fiscal Gastón Ávila recordó en diálogo con AIRE que en ese momento lo imputó por tentativa del homicidio de una mujer de unos 40 años, a quien Gustavo de la Encina le había pedido 4000 dólares. La hipótesis era que ese dinero iba a ser utilizado para comprar drogas.
Según el funcionario del Ministerio Publico de la Acusación, De la Encina citó a la mujer, que era su amiga, en un lugar donde la esperaban dos sicarios, que le dispararon y le provocaron serias heridas, que la dejaron parapléjica. El joven planeó matar a esta mujer porque no podía devolverle el dinero. De la Encina planeó todo desde la cárcel de Coronda. Ávila recordó que este caso llamó la atención en su momento porque tanto quien había contratado los sicarios como la víctima tenían un buen pasar económico, y no eran el estereotipo de personajes que desbordan las cárceles, que provienen, muchas veces, de familias desmembradas y sumidos en una marginalidad agobiante desde que nacieron. De la Encina eligió ese camino.
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Los investigadores judiciales profundizaron sobre quiénes trasladaban la droga.
Con el correr de los meses su prontuario sumó otra causa por tráfico de drogas. Por los protagonistas que eran investigados marcaba que De la Encina ya no era un simple dealer del centro de Rosario, sino que había saltado a una liga superior del narcotráfico. Quizá se vinculó con esas nuevas habilidades en la cárcel.
De la Encina quedó involucrado en el tráfico de 32 kilos de cocaína a CABA. La principal imputada en esa causa fue Yanina Alvarado, hermana menor del jefe narco rosarino condenado a prisión perpetua, que vivía en Funes, en las afueras de Rosario.
Esa causa se gestó casi de casualidad. En diciembre de 2023, un taxista sospechó de dos pasajeros que llevaba en el asiento de atrás y apretó el botón de pánico. Cuando la policía interceptó el taxi se encontró que los pasajeros llevaban 10 kilos de cocaína.
Los investigadores judiciales profundizaron sobre quiénes trasladaban esa droga y llegaron a la banda de Alvarado. El 1 de julio de 2024 agentes de la Policía Federal interceptaron dos autos en una estación de servicios de San Pedro, localidad bonaerense ubicada a unos 150 kilómetros de Rosario. En uno de los veh-iculos había casi 32 kilos de cocaína envueltos en paquetes con la numeración 777.
Esa causa llevó a la detención de la hermana de Alvarado, en la casa donde cumplía detención domiciliaria y también a la celda en Coronda de De la Encina. Yanina Alvarado cumplía arresto domiciliario, porque fue condenada a 11 años de prisión por narcotráfico en marzo de 2023.
El arresto de esta mujer se concretó en el marco de una investigación que llevó adelante la Procuraduría de Narcocriminalidad (PROCUNAR), que seguía los pasos de la hermana de Alvarado. Este operativo que terminó en la detención de Yanina Alvarado se originó luego de que la PFA detuviera a comienzos de julio pasado en la ruta 9, a la altura de San Pedro, donde a los conductores de un convoy narco integrado por un Fiat Cronos que hacía de taxi y un Peugeot 308 que funcionaba como vigía en el camino. Quien daba las órdenes a los “transportistas” era Agustín de la Encina desde la cárcel de Coronda con varios teléfonos celulares.
Después de este episodio, el joven fue trasladado al penal de Piñero, donde el año pasado se hizo un plan de reagrupamiento en los pabellones de alto perfil, considerados los más peligrosos.
La decisión que tomó el Ministerio de Seguridad de Santa Fe
Desde mediados de año, por orden del Ministerio de Seguridad y Justicia de Santa Fe, comenzaron a reagruparse los presos de acuerdo a la banda a la que pertenecen. Según explicó a La Nación Lucila Masneri, secretaria de Asuntos Penales de Santa Fe, De la Encina fue enviado al pabellón Nº6 de alto perfil, luego de firmar, como todos los reclusos, “un compromiso de que no tenía conflictos con otros internos”.
En ese pabellón están los presos que tienen relación con Alvarado y los grupos afines, como Claudio “Morocho” Mansilla, preso en el penal de Ezeiza, que se fugó, tras un golpe comando en 2021 se fugó de esa cárcel. Ese pabellón lo lidera el hermano de Jesica González, la expareja de Mansilla.
De la Encina murió a causa de las heridas que le provocaron varias puñaladas con facas dentro del pabellón. Lo que se presume es que participaron cinco internos en su asesinato, que a gente experimentada del Servicio Penitenciario les hizo recordar a la muerte de Rubén “Tubi” Segovia, miembro de Los Monos, que fue salvajemente apuñalado y degollado en la cárcel de Coronda en 2018. De la Encina fue trasladado el lunes pasado al hospital de Emergencias de Rosario, donde se registró su fallecimiento.