La sombra del caso de Loan Peña, que lleva más de ocho meses desaparecido luego de una investigación plagada de errores no forzados e intencionales que abren sospechas de connivencia, engendra el temor de que se repita una historia sin final, en la solo que el paso del tiempo se encarga de difuminar el recuerdo de un chico de cinco años que desapareció tras un almuerzo familiar.
La causa sobre la desaparición de Lian sigue bajo estricto secreto de sumario. Ante la falta de avances se sumaron a la investigación los fiscales federales de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (Protex), María Alejandro Mángano y Marcelo Colombo, que también participaron en el caso de Loan.
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La desaparición de Lian Flores provocó la activación del protocolo Alerta Sofía, para búsqueda de niños en la Argentina.
La hipótesis de un secuestro con fines de trata, que prácticamente había sido descartada durante los primeros días, ahora aflora como una opción ante la falta de avances en las otras pistas iniciales.
Está prácticamente descartado, aunque se mantienen los rastrillajes, que el chico se haya extraviado en los maizales y sembradíos de soja que rodean la casa de sus padres. Se hicieron todo tipo de observaciones y rastrillajes, con drones térmicos, perros entrenados y a caballo. Ninguna aportó un solo rastro.
La huella de una camioneta
Los perros detectan que el rastro de Lian se pierde a unos cuatro metros de la vivienda precaria donde desapareció el sábado de la semana pasada. Cerca de donde los canes pierden el olor del niño, están las huellas de camioneta.
Por eso, los fiscales cordobeses secuestraron tres camionetas blancas y una VW Surán gris. El jueves en la comisaría de Ballesteros Sud, donde están secuestrados los rodados, los investigadores policiales buscaron en los vehículos algún rastro o evidencia con dos perros. Los agentes hacían oler a los animales una zapatilla y un short azul que pertenecían a Lian y luego los acercaban a las camionetas para ver si olían algún rastro. Todo dio negativo.
El jueves pasado también fueran requisadas las viviendas de la comunidad boliviana que vive en ese camino de tierra donde están los cortaderos de ladrillos. Llamó la atención que esta medida se tomara recién cuatro días después de la desaparición del chico. Esas casas precarias estaban bajo custodia policial, para evitar –por orden de la fiscalía- que los vecinos tuvieran contacto con los periodistas. Esa parecía la mayor preocupación.
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Durante los primeros días de búsqueda, la lluvia complicó el trabajo de los voluntarios y de las fuerzas de seguridad involucradas.
Otra medida que hasta ahora no aportó una pista seria fue el allanamiento que agentes de la policía cordobesa y jujeña hicieron en Perico, Jujuy, en la casa de la “curandera” Teodorina Chozco tiene 74 años.
Esta mujer “trabaja” con gente de la comunidad boliviana que vive en Córdoba. Teodorina estuvo en la casa de Lian en las afueras de Ballesteros Sud la semana anterior a su desaparición.
Elías Flores, el padre del chico desaparecido, le envió un mensaje a esta “chamana” en la que sugería: "Está listo lo tuyo". El texto del mensaje provocó que se encendieran algunas dudas.
¿A qué se refería, qué era lo que estaba listo? La policía secuestró dos celulares en la casa de Chozco en Perico y requisó toda la vivienda. También se analizaron las cámaras de seguridad de la terminal de ómnibus de Córdoba, cuando la mujer emprendía su regreso a Perico, pero no se encontraron sospechas que tengan, por ahora, vinculación con la desaparición de Lian.
No se sabe a qué hora despareció Lian
El problema de este caso es que hay varios puntos oscuros que aún no fueron aclarados. No se sabe el horario preciso de la desaparición del chico. Elías Flores, el padre, declaró que el sábado de la semana pasada, cerca de las 15, se fueron a dormir la siesta con su esposa y Lian quedó debajo de un tractor.
Cuando se despertaron cerca de las 17, ya no estaba. El padre dijo que el pequeño nunca iba hacia el maizal que está detrás de la casa. Nadie vio al niño. Los vecinos tampoco lo vieron. No hay testigos de los dichos del padre, aunque no habría contradicciones en su relato y el de su esposa.
A pedido de los fiscales Isabel Reyna y Nicolás Gambini, un grupo de psicólogos forenses de la Policía Judicial se encarga de realizar un perfil de la familia de Lian y de los primeros testigos, con el objetivo de intentar detectar algún rasgo que permitiera inferir alguna sospecha.
En una conversación que Elías Flores mantuvo con el periodista Juan Federico de Cadena 3, advirtió que la desaparición de su hijo podría estar relacionado a “una venganza”, pero luego habló de “envidia” porque tenía hijos varones. Al padre le pidieron que no hablara más con los medios. Y eso lo cumplió. Quedó el enigma de porqué dijo esas palabras. ¿Quién podría vengarse de él?
El caserío donde vive esta comunidad boliviana tiene como acceso un solo camino, que termina ahí. Es decir, no hay otras vías para sacar al chico. Los primeros testimonios de los vecinos daban cuenta de que a esa hora ingresó una camioneta blanca. Por eso, se secuestraron tres rodados de esas características y una VW Surán. No hay rastros de Lian en esos vehículos.
Como la causa sigue bajo secreto de sumario, las pocas voces oficiales que hablaron de la investigación, como la fiscal adjunta de Córdoba, Bettina Croppi, recargaron de sentido algunas frases: el miércoles la funcionaria dijo que se analiza el entorno de Lian. Es algo elemental en un caso así, pero ese dato tomó más cuerpo cuando al otro día agentes de la policía cordobesa requisaron las casas cercanas a la vivienda de Lian.
La exposición de la fiscal adjunta sobre los avances de la investigación resultó modesta, con alusiones generales y con extrema cautela para no revelar ningún paso previo en una pesquisa que aún no tuvo ningún resultado concreto, por lo menos que haya trascendido.
Los vecinos marcharon por Lian
Un día después los pobladores de Ballesteros Sud rompieron en bajo perfil y la quietud que habían guardado hasta ese momento y decidieron realizar una marcha a la plaza principal del pueblo de 600 habitantes. Se organizó otra marcha en Bell Ville, frente a la Municipalidad. Esta ciudad, cabecera del departamento Unión, es donde se asienta la investigación judicial a cargo de los fiscales Reyna y Gambini.
Ballesteros Sud es un pueblo en la zona núcleo sojera. La vida apacible y extremadamente tranquila y ordenada no se rompió hasta el jueves a la noche, ni siquiera con la desaparición de Lian Flores.
Hasta ese día no había carteles pegados con su foto en los negocios o en los lugares públicos, ni tampoco muestras de extrema preocupación o desasosiego detrás de una historia terrible, como la desaparición de un niño que apenas sabe caminar. Pero esa situación comenzó a cambiar durante las últimas horas.
Al atardecer, cuando la potencia del sol se desinfla, algunos vecinos se sientan en la puerta con el mate. Aunque ahora hay más movimiento, el silencio es tormentoso en Ballesteros Sud, donde el ruido de la ruta 9, que está alejada a unos 8 kilómetros, no llega hasta allí.
En la capilla San Juan Bautista se reunieron el miércoles un manojo de vecinos para orar por Lian. Eran menos de 20. Uno de los feligreses sacó una foto y el resto se enojó, cuando apareció en una red social. “No queremos que los medios muestren todo. Este es un lugar que siempre vivió así. Y no queremos que esto cambie”, explicó una mujer, que concurrió a la misa.
Flota una sensación extraña en Ballesteros Sud. Por momentos, algunos pobladores transitan entre el miedo, ante el misterio de la desaparición de Lian, y la desconfianza hacia las versiones de los medios, sobre de los canales de noticias. Nadie de los vecinos ni siquiera se arrima a curosear qué dicen los periodistas, si hay novedades.
Respeto por la familia del niño desaparecido
Con amabilidad los vecinos prefieren el bajo perfil. Son cautos como los fiscales a cargo de la investigación, que aún no tienen una hipótesis firme. Nadie quiere arriesgar, porque también hay respeto a la familia de la víctima.
Hace tres semanas, Elías Flores llevó a sus seis hijos al dispensario de Ballesteros para que revisaran a los chicos, entre ellos a Lian, de tres años, y tener listos los certificados médicos para el inicio de clases. El calor era terrible ese día, y en el consultorio se encontró con Marisa, la directora de la escuela Julián Aguirre, donde concurren los chicos. La maestra le explicó que había tiempo para tener los certificados, pero los padres de Lian le dijeron que querían arrancar el año con todos los trámites listos.
Los maestros y directivos de la escuela Julián Aguirre, un colegio amplio e impecable –construido durante la primera presidencia de Juan Domingo Perón, como recuerda una placa- que está en la entrada del pueblo, cuentan esta anécdota para romper con lo que ellos califican como una “estigmatización” de los medios de prensa porteños contra la familia de Lian.
“Escuchamos que en los canales de TV dicen que los chicos estaban en estado de abandono y eso no es cierto. Nunca faltan al colegio, vienen aseados y están controlados a nivel sanitario por la familia”, afirmó uno de las directivas del establecimiento, que pidió que su nombre no aparezca.
“Son familias que tienen otra forma de vida, son gente trabajadora y que no se relaciona fácilmente con la gente, porque tienen timidez y desconfianza. Pero nadie puede decir que no cuidan a los chicos”, afirmó una de las maestras de la escuela Julián Aguirre, que tiene jornada completa. Los chicos llegan a la mañana y toman el desayuno, luego almuerzan al mediodía y después les sirven una merienda antes de volver a sus casas.
Entre los alumnos la desaparición de Lian caló hondo, pero el abordaje que hacen los maestros sobre el tema, según explicaron a Aire de Santa Fe, es “tratando de evitar que se apodere el miedo entre los alumnos”. Por ese motivo, según describieron, evitaron colgar la foto de Lian en las paredes de la escuela.
Lo que sucede dentro de la escuela, donde los maestros y alumnos están conmovidos por la desaparición de Lian, también se trasluce en el pueblo. A simple vista, los habitantes parecen indiferentes, distantes de una situación crítica y conmovedora, como la desaparición de un niño de tres años que apenas sabe caminar, aunque esta sensación comenzó a cambiar.