La fusión entre el fútbol y el crimen: cómo Los Monos controlaban barras rosarinas
Desde la cárcel de Marcos Paz, Guille Cantero apostaba a fortalecer a sectores del grupo criminal para que se quedaran con el control de las hinchadas.
Desde la cárcel de Marcos Paz, Guille Cantero apostaba a fortalecer a sectores del grupo criminal para que se quedaran con el control de las hinchadas.
En 2017 contamos que la banda de Los Monos controlaba tanto la barra de Newell’s como la de Rosario Central. Un largo trabajo de investigación expuso cómo era el tejido macabro que une a Rosario Central y Newell's.
Siete años después esa realidad, que muchos no quisieron ver, empieza a quedar a flor de piel. Y detrás del crimen de Andrés Bracamonte empieza a aparecer un entretejido en el que aparece la banda de Los Monos, como señaló Aire de Santa Fe después del primer atentado que sufrió Pillín, tras el clásico de Rosario Central y Newell’s.
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En una audiencia que se realizó el viernes los fiscales Franco Carbone y Adrián Spelta desgranaron el gerenciamiento de este grupo criminal de la barra leprosa, donde había dos facciones de Los Monos que se disputaban el liderazgo.
Esto quedó en evidencia a principios del año pasado, cuando Alejandro Ficcadenti visitó dos veces al líder de Los Monos Máximo “Guille” Cantero en el penal de Marcos Paz. El 20 de enero ingresó a las 9.53 al penal federal, donde regresó dos días después, según apuntaron fuentes oficiales a Aire de Santa Fe.
El contenido de la charla entre ambos miembros de esta organización se desconoce, pero se presume, por el contexto, que había varios proyectos dando vueltas. Ficcadenti, quien aspiraba a ser jefe de la barra de Newell’s, fue quien orquestó a fines de marzo una serie de amenazas contra el jugador del seleccionado argentino Ángel Di María en el country donde vive cuando visita Rosario y en la inmobiliaria de su hermana, donde dejaron la cabeza de un chanco con un balazo en la frente. El objetivo de Ficcadenti era persuadir a Fideo para que no regresara a Rosario Central, algo finalmente que ocurrió.
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El trabajo de varios fiscales, entre ellos Carbone y Pablo Socca, logró revelar otro capítulo en la trama que tenía a Rengo, como lo apodan a Ficcadenti, como protagonista. En las escuchas telefónicas y las pericias debelaron que este barrabrava había participado junto a Sergio Gabriel “Bebe” Di Vanni en el secuestro del empresario Gastón Tallone, que operaba el puerto de Concepción del Uruguay y aún está desaparecido desde el 8 de julio. Los fiscales enviaron al juez federal Pablo Seró parte de la investigación, que fue clave para que luego el fiscal Carlos Stornelli, quien tomó el caso, dictara la detención e indagara a Ficcadenti y a Di Vanni, quienes ya estaban recluidos en el penal de Piñero, en Santa Fe.
Luego de la trágica muerte del magistrado de Concepción del Uruguay, que falleció este jueves a la mañana tras caer de un edificio, la mirada sobre este sector de Los Monos, que habría participado en el secuestro del empresario desaparecido, está puesta con preocupación, porque no sólo muestra los tentáculos de la banda, sino también las vinculaciones con un universo criminal de alto vuelo, que tiene en este caso detenido a Gustavo Juliá, condenado en 2011 a 13 años por traficar 944 kilos de cocaína en un jet privado a España.
Ficcandenti fue detenido unos días después de que se concretara el secuestro de Tallone. Los fiscales Socca y Carbone ordenaron su detención por las amenazas contra Di María, pero luego se gestó una causa más profunda sobre las maniobras ilícitas de la barra de Newell’s, cuya audiencia se realizó este viernes, y en la que se puso otra vez a Guille Cantero como jefe de una asociación ilícita.
Esta investigación, en la que se desgranó el funcionamiento del brazo violento de la hinchada, conducido y ligado a la banda de Los Monos, reveló también un esquema en el que, tras el endurecimiento de las condiciones de detención en las cárceles federales para los presos de alto perfil, estar en libertad y fuera de los radares de la justicia tiene un alto valor.
Aparecen y desaparecen jóvenes que pueden sortear esas limitaciones y no están en el radar de las fuerzas de seguridad, como es el caso de Diego Gabriel Cantero, primo en los papeles de Guille. Diego Cantero es en realidad hermano del líder de Los Monos. Es hijo de Ariel, conocido como Viejo, que como estaba en la cárcel no lo pudo ir a anotar en el Registro Civil y terminó figurando como su padre uno de sus hermanos.
Diego Cantero fue detenido por la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) el 27 de diciembre pasado. Lo llamativo es que este joven no aparecía en ninguna causa ni tampoco en el radar de los investigadores. Visitó 17 veces a su primo, que en realidad es su hermano en el penal de Marcos Paz, algo que exhibió alguna falencia en los controles del Servicio Penitenciario Federal.
Diego Cantero fue imputado este viernes como parte de la asociación ilícita, y se conocieron algunos videos que divulgó por las redes sociales, en los que rapea mensajes mafiosos.
Según argumentaron los fiscales Carbone y Adrián Spelta, la jefatura de la asociación ilícita estaba a cargo del líder de Los Monos y su rol como mandamás, aseguraron, consistía en elegir los líderes y referentes del paravalanchas con el fin de que administren a su favor el dinero recaudado de las distintas actividades de la barra.
La violencia es algo que surcó el destino de los jefes de la hinchada durante los últimos años. Expuso también que Guille Cantero estaba por encima de todos, como expuso la gigantesca bandera que apareció en la despedida en junio de 2023 del jugador Maximiliano Rodríguez, con la frase "Nosotros estamos más allá de todos".
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Los investigadores apuntaron que bajo el paraguas de Cantero interactuaban varias facciones, como la “oficial”, que tiene como organizador al Leandro Pollo Vinardi, una especie de gerente que a su vez delegaba tareas en su pareja Sabrina Ivana Barrías, hasta que ella fue detenida el 2 de agosto pasado. Hasta entonces se comunicaban por el teléfono fijo que Vinardi tenía en su pabellón de la cárcel de Ezeiza.
A la par, la barra “disidente” que intentó copar el paravalanchas con el supuesto visto bueno de Guille Cantero, estaba a cargo de Ficcadenti, considerado el organizador de esa facción. Según expuso la Fiscalía, le había asegurado a Guille que bajo su mando él percibiría un mejor porcentaje del dinero recaudado de las actividades ilícita del grupo. Parte de esta facción también fueron considerados Sergio Gabriel “Bebe” Di Vanni, quien tuvo un rol clave en las amenazas a Ángel Di María que determinaron su decisión de no regresar a jugar a Rosario Central. Además imputaron como miembros a Oscar “Torrasa” Mauro, Antonio “Chinchu” Mauro e identificaron al prófugo Marcelo “Colo” Rubattino.
Tras sembrar el caos, el propio Cantero se definió por el sector “oficial”, con Vinardi y su pareja al frente, para gobernar la hinchada. El encargado de comunicar estas maniobras era el rapero Diego Cantero, que seguía visitando a Guille.
Según expuso el diario La Capital, los fiscales expusieron la declaración de Ignacio Astore, en la que el presidente de Newell’s mencionó que la relación con la barra se había tensado cuando la dirigencia comenzó a negarle a la barra el permiso para utilizar el estadio cubierto para realizar fiestas electrónicas. A partir de entonces tuvo cruces personales en el club, que escalaron a un ataque a piedrazos contra el Hospital Privado Rosario (HPR), donde trabaja Astore.
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Uno de esos encuentros fue con Lucho Gallardo, quien como referente de la barra lo interceptó en el club para ponerlo en comunicación telefónica con Pollo Vinardi. "Esa apretada no me la olvido más. Me pasó el teléfono, no pude negarme", dijo Astore. Vinardi le pidió el estadio cubierto, camisetas, dinero y le dijo que lo piense tranquilo y que lo manejara con Lucho.
La dirigencia también estuvo en medio del conflicto entre las facciones de la barra, cuando el 22 de julio pasado antes del partido contra Independiente de Rivadavia le entregaron las 1.700 entradas al grupo disidente comandado entonces por Ficcadenti. En la tribuna se leyó como un “visto bueno” del club a la nueva facción, pero duró poco. Según la Fiscalía, "luego de un intercambio de mensajes y llamados telefónicos", Ficcadenti devolvió las entradas que finalmente terminó administrando Lucho Gallardo. En ese contexto fue atacada a tiros la casa de María Fernanda Corte, vocal del club que mediaba entre la dirigencia y la barra.
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