En tanto, cobra más fuerza que una de las exigencias del FMI es que el Gobierno modifique la política cambiaria, imprimiendo una mayor devaluación del peso a través de una “banda de flotación”.
El Banco Central viene perdiendo reservas desde fines del año pasado. Las reservas brutas descendieron de U$S 29.612 millones a fines de 2024 a U$S 26.783 millones el pasado 20 de marzo. Son U$S 2.829 millones menos. En tanto, la deuda bruta del Tesoro Nacional siguió creciendo por las emisiones de títulos públicos para pagar los vencimientos, y también por la capitalización de los intereses sobre las letras y bonos que no se cancelan, sino que se agregan al pasivo del Tesoro.
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La caída de las reservas tiene varias causas, entre ellas el avance de las importaciones, que casi absorbe la totalidad de los dólares que liquidan los exportadores. El balance cambiario de la cuenta corriente acumula ocho meses consecutivos de déficits, según informó el Banco Central.
También la inflación doméstica en dólares que lleva a una porción de la población al turismo y a “tours” de compras en el exterior y a los pagos de intereses, fletes, seguros en moneda extranjera del Gobierno y del sector privado. Y la fuerte intervención del Banco Central vendiendo reservas para controlar la cotización de los dólares financieros (CCL, MEP).
No menor es el impacto en los mercados de bonos, el “affaire” LIBRA que involucra al Presidente Milei con consecuencias judiciales impredecibles.
A todo esto, las incógnitas en relación a la política cambiaria que impondría el FMI incentivó la demanda de dólares por el “desarme de posiciones” de quienes venían lucrando con colocaciones financieras en pesos con rendimientos muy superiores a la tasa oficial de devaluación de la moneda (carry trade).
Como estas operaciones se financiaron tomando préstamos en dólares, los posicionados en pesos se apresuraron y se apresuran a pasarse a las divisas extranjeras.
También incide que la inflación mensual sigue por encima del 2%, muy alta y en ascenso (en marzo los precios de los alimentos siguen para arriba) frente a la devaluación oficial del peso del 1%. O sea, en dólares los bienes y servicios de la Argentina serán más caros.
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Ante la “novedad” de que el FMI colocó como condición para su nuevo préstamo una alteración de la política cambiaria –que el gobierno no quiere avalar por sus consecuencias inflacionarias e impacto sobre los resultados electorales de este año–, el ministro Luis Caputo afirmó que la cotización del dólar no podría alterarse porque no habría pesos para demandarlo.
Caputo no toma en cuenta a la “base monetaria ampliada”, que incluye a la deuda en pesos del Tesoro que cuenta con garantía última del Banco Central y que los inversores podrían no renovar si resuelven con esos dólares pasarse al dólar.