Laguna Setúbal: 30 preguntas sin respuestas y una oportunidad de cambio

Frente a esta situación, las preguntas se multiplican:

• 1. ¿Están contaminadas las aguas de la Laguna Setúbal?

• 2. Si no lo están, ¿por qué desde hace años se habilita solo una playa para que los bañistas puedan ingresar al agua, y el resto funciona como solariums?

• 3. Si están contaminadas, ¿dónde se registra la contaminación?

• 4. ¿Cuáles son los materiales contaminantes detectados?

• 5. ¿Hay bacterias?

• 6. ¿Qué tipo de bacterias?

• 7. ¿Se detectó la presencia de plásticos o microplásticos?

• 8. ¿Puede haber metales peligrosos o agrotóxicos?

• 9. ¿Existen riesgos para la salud de las personas?

• 10. ¿Cómo se realizan los estudios del agua para determinar el grado de contaminación?

• 11. ¿Quién lleva adelante los análisis?

• 12. ¿De dónde se toman las muestras?

• 13. ¿Cada cuánto se analiza la calidad del agua?

• 14. ¿Por qué motivos, desde hace años, no se habilitan las playas de la costanera oeste -como por ejemplo los Espigones I y II- para que los bañistas puedan ingresar al agua?

• 15. Esta vez, ¿la decisión se tomó porque el río está bajo?

• 16. ¿Fue por el avance de la vegetación en la zona y los elevados costos de mantenimiento de las playas?

• 17. ¿Fue porque hay socavones peligrosos en este sector de la laguna?

• 18. ¿Está absolutamente garantizado que no se viertan desechos en el margen este de la Setúbal, a la altura de los paradores?

• 19. ¿Quién controla?

• 20. ¿Cómo se controla?

• 21. ¿Se realizan inspecciones constantes en los desagües pluviales sobre la margen oeste de la Setúbal, para detectar posibles conexiones cloacales clandestinas?

• 22. ¿Quién realiza las inspecciones?

• 23. ¿Cada cuánto se llevan adelante estos controles?

• 24. ¿Por qué se observa el vertido de líquidos de estos desagües cuando no llueve, ni llovió, durante días?

• 25. ¿Por qué motivo fue históricamente tan difícil acceder a estos datos en la ciudad de Santa Fe, a pesar de los cambios de gobiernos?

Desde la Municipalidad de Santa Fe se informó que existe una cláusula de confidencialidad en el convenio firmado con la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Nacional del Litoral, encargada de realizar los análisis de calidad del agua.

En ese caso,

• 26. ¿De cuándo data ese convenio?

• 27. ¿En qué gestión se firmó?

• 28. ¿Por qué estos datos son confidenciales?

• 29. ¿Quién planteó la necesidad de confidencialidad? ¿Fue la Municipalidad? ¿Fue la UNL? ¿Fueron ambos organismos en común acuerdo?

• 30. ¿Cómo conviven, por ejemplo, este convenio de confidencialidad, con la ordenanza 11.450 titulada "Derecho de Acceso a la Información Pública en el ámbito del Municipio de la Ciudad de Santa Fe, aprobada en 2008?

Laguna Setúbal: espacio público, organismos públicos, salud pública

Hasta aquí son 30 preguntas sin respuestas relacionadas con la calidad del agua de la Laguna Setúbal, pero seguramente podrían sumarse otros interrogantes.

Es muy probable que para la mayoría de estas preguntas existan respuestas simples y razonables. Sin embargo, cuando la falta de información precisa y abierta se extiende sobre cualquier tema de interés público, se crean las condiciones ideales para que surjan todo tipo de especulaciones. Incluso, algunas que pueden sonar disparatadas.

Según la información suministrada desde la Municipalidad de Santa Fe, existe una cláusula de confidencialidad en el acuerdo firmado con la UNL para que realice los análisis de calidad del agua en la Setúbal.

Esta cláusula de confidencialidad advierte que no se permite la difusión total o parcial del informe, sin autorización. Y que el Laboratorio, la Facultad de Ingeniería Química y la UNL, no se hacen responsables del mal uso de esta información.

Tal como se advirtiera en el informe periodístico publicado por AIRE -en el que reveló la existencia de esta cláusula-, el problema de la falta de información sobre el estado del agua de la Setúbal no es nuevo.

Tanto es así, que hace dos décadas la discusión terminó en los Tribunales y un juez ordenó que se realizaran las inspecciones necesarias para detectar la presencia de conexiones cloacales clandestinas en los desagües pluviales de la zona, y que se tomaran las medidas necesarias para terminar con el problema.

La Laguna Setúbal es un espacio público, la Municipalidad y la UNL son organismos públicos, lo que está en juego es la salud pública. El principio de confidencialidad sobre los datos de los análisis de calidad del agua es, en este caso, insostenible.

Solo por citar algún antecedente jurídico, la Argentina aprobó en 2020 la Ley 27566, adhiriendo al Acuerdo Internacional de Escazú, que establece que todas las personas tienen derecho a pedir información sobre asuntos ambientales y desarrollo sostenible a las autoridades de su país.

Los países de este Acuerdo se comprometen a:

• Hacer entrega de la información que está en su poder cuando sea solicitada (lo que se conoce como transparencia pasiva).

• Generar y publicar proactivamente información que pueda ser de interés público, incluso antes de que una persona o institución la pida (lo que se conoce como transparencia activa).

• Contemplar que las personas en situación de vulnerabilidad puedan recibir y comprender la información en igualdad de condiciones que las demás.

"El acceso a la información ambiental hace posible tanto la participación pública en la toma de decisiones ambientales como el acceso a la justicia: las personas bien informadas participan de una manera más fundada y significativa, conocen con mayor profundidad sus derechos y cómo hacerlos valer", plantea el acuerdo.

Mayor transparencia y una posibilidad de cambio

El hecho de que se haya revelado -a través de un informe periodístico- la existencia de esta cláusula de confidencialidad sobre los datos relacionados con la calidad del agua de la Setúbal implica, seguramente, una situación incómoda para las actuales autoridades municipales.

Mucho más, cuando la falta de información al respecto fue una constante durante gestiones anteriores por motivos diversos: porque no consideraron importante difundir los datos, porque se ocultaron intencionalmente, porque nadie preguntó o porque alguien preguntó y simplemente se quedó con la negativa.

Sin embargo, lejos de tomarlo como un problema, la actual gestión tiene la posibilidad de asumir la responsabilidad histórica de generar cambios, modificar las reglas de juego, involucrarse en temas que otros prefirieron dejar en un cajón -como sucedió con los trapitos o las aplicaciones de viajes en la ciudad- y establecer que, de ahora en más, toda la información relacionada con el estado del agua de la laguna sea difundida por el Municipio de manera oficial y periódica.

Incluso, cuando nadie la solicite.

Porque sin transparencia en temas de evidente interés público, las sospechas se multiplican, las conjeturas más disparatadas se propagan y, lo más importante, no hay posibilidad de cambios.