De acuerdo con el informe, basado en el monitoreo de 378 localidades entre el 24 de febrero y el 13 de marzo, el ascenso en la cantidad de chicharritas era previsible para esta época del año, ya que muchos productores suspendieron las aplicaciones de control químico al haberse superado la fase crítica de vulnerabilidad.
Un fenómeno estacional sin impacto crítico en la cosecha
Los expertos explican que la proliferación de la plaga responde a las condiciones estacionales y a la disminución en las intervenciones de control. “En general, se ve que aumentaron las poblaciones de chicharritas, como sucede todos los años en esta época. Pero este aumento llegó cuando ya los cultivos están fuera de la etapa de susceptibilidad”, indicó Alejandro Vera, investigador de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC) y coordinador de la Red de Monitoreo.
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Al 13 de marzo, el monitoreo muestra el ascenso en la cantidad de chicharritas, algo previsible para esta época del año, ya que muchos productores suspendieron las aplicaciones de control químico
En muchas zonas productivas del país, los maíces ya se encuentran en fases reproductivas avanzadas (R1-R6) o vegetativas tardías (VT), lo que minimiza el impacto de las enfermedades transmitidas por la chicharrita. Incluso, en algunas regiones del Litoral y del Centro, la cosecha ha comenzado o está por iniciarse.
La importancia de seguir monitoreando la plaga
Si bien la mayor parte de los cultivos ya no corre peligro de achaparramiento, los especialistas recomiendan mantener la vigilancia sobre la evolución de la plaga. “Es importante estudiar cómo fluctúa la población del vector a lo largo del tiempo, ya que cuanta más información se recolecte, más precisas serán las decisiones de manejo para las próximas campañas ”, destacó Vera.
El monitoreo resulta clave no solo para los maíces sembrados más tardíamente, que podrían ser más vulnerables, sino también para establecer estrategias preventivas para la próxima temporada.
El informe subraya que, aunque el crecimiento en la cantidad de chicharritas no representa una amenaza grave para esta cosecha, comprender su dinámica poblacional permitirá optimizar las estrategias de control y minimizar riesgos en futuras campañas.