La industria harinera en Argentina frente a un nuevo ciclo de trigo
En la previa del Lanzamiento de la Campaña de Trigo 2025/26, que se realizará en Matilde el próximo 5 de mayo, el presidente del molino local René Mangiaterra dijo a AIRE Agro que “es urgente entender el grado de ineficiencia que tiene cada planta”.
Es la principal prioridad, sostuvo, porque “cambió la época, veníamos de una macroeconomía que nos tenía habituado a ver cómo manejar el negocio en el tiempo; hoy es cómo ser más eficientes en tiempo real”.
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Por ejemplo, el tipo de cambio, tanto para definir el precio del trigo como de las ventas al exterior, “parece que queda muy atrasado y es mayor la necesidad de eficiencia”. Por eso, advirtió, una medida de gobierno es menos eficaz que una mejora operativa del negocio.
Eficiencia operativa: el gran desafío de las pymes molineras
Como representante de un sector compuesto de 150 empresas (con 160 molinos en el país), de las que el 95% son Pymes, explicó que al ser la harina un commoditie de primera manufactura “en todo el mundo los márgenes de la molinería son muy reducidos, por lo que las empresas dependen mucho de la eficiencia”.
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Se espera un mejor ciclo que el anterior para el trigo, sobre todo por la buena recarga de humedad en el perfil.
Al respecto, indicó que la capacidad ociosa actualmente “es un poquito más alta que hace dos o tres años”. En el país se muelen 6 millones de toneladas de trigo, suficiente para abastecer el consumo interno y las exportaciones, mientras la capacidad instalada para la molienda oscila entre 12 y 13 millones de toneladas. “Pasa en el mundo, también”, reiteró.
Esto ocurre, dijo, porque la mayoría de los industriales buscan diluir costos fijos con una mayor producción. “Lo que no se hace es un buen estudio de mercado”, advirtió, como para mejorar la rentabilidad por otros caminos que no sea producir más volumen. “En las industrias familiares no lo tenemos muy en cuenta”, admitió.
Por su experiencia, Mangiaterra observa ineficiencias en varios aspectos: en lo administrativo, el consumo de energía, las relaciones societarias o en la infraestructura vial por la que se traslada la mercadería.
Pero puso el acento en algo común en las cientos de plantas familiares del sector. “Se trabajó mucho en mantenimiento correctivo en lugar de preventivo”, dijo, en referencia a que “se espera que algo se rompa para arreglarlo”. Esto no sólo implica que los problemas son más serios cuando ocurren, sino que se pierde más tiempo. “Eso es todo ineficiencia; es lo que tenemos que corregir con urgencia”.
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El tipo de cambio, tanto para definir el precio del grano como de las ventas al exterior, “parece que queda muy atrasado y es mayor la necesidad de eficiencia”, dijo Mangiaterra.
Trigo 2025/26: claves para una campaña más eficiente y competitiva
Sobre las expectativas de la inminente campaña fina, el molinero anticipó que esperan un mejor ciclo que el anterior, sobre todo por la buena recarga de humedad en el perfil. En la región se mantienen históricamente buenos niveles productivos, “y este año no va a ser la excepción, inclusive podríamos tener un poco más de superficie sembrada”, anticipó.
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El próximo 5 de mayo, en el Museo Histórico e Interactivo del Trigo al Pan de Matilde, a partir de las 18.30hs el Lanzamiento de la Campaña 2025/26 comprenderá tres disertaciones. El Criadero Klein expondrá novedades genéticas en semillas; el meteorólogo Leonardo De Benedictis trazará un panorama climático para la campaña; y el economista Fausto Spotorno analizará el contexto económico en el cual se producirá trigo este año en el país.
El evento apunta, entre otras cuestiones, a estimular acuerdos de siembra del Molino Matilde con productores de la región. “Estamos enfocados en buscar variedades que le rindan al productor y que para nosotros sean calidades adecuadas a nuestras necesidades”.
Para ello, explicó Mangiaterra, la empresa realiza ensayos a campo y un “balance de rendimiento” que permita elegir materiales que rindan kilos y calidad panadera.
De lo contrario, explicó, para compensar en el precio el menor rendimiento que suelen tener las variedades panaderas “tendríamos que pagar 20 o 30% más para que al productor le convenga sembrar esa variedad”. Si lo hicieran, dijo, “no podríamos competir en el mercado con el producto final”.