El estudio surge como una respuesta a una necesidad: contar con datos actualizados que den respaldo a preocupaciones cotidianas que se manifiestan en distintos ámbitos —hogares, escuelas y hasta en la cancha—, pero que carecían de evidencia empírica sólida.
"Si bien los datos son representativos de la Ciudad de Buenos Aires, las problemáticas detectadas pueden extrapolarse al resto del país", afirmó la especialista.
La investigación reúne bajo la categoría de “prácticas de riesgo adictivo” al consumo de sustancias, el uso intensivo de celulares y las apuestas online. Aunque se trata de problemáticas diferentes, todas comparten un potencial común: la posibilidad de derivar en una dependencia o adicción.
Celulares: una extensión del cuerpo
Uno de los focos centrales del estudio es el uso del celular. El 96% de las personas lo utiliza, sin distinción de edad, género ni nivel socioeconómico. Pero lo más preocupante es que 3 de cada 4 personas hacen un uso considerado de riesgo, cifra que sube al 90% en jóvenes de entre 18 y 30 años. Solo 1 de cada 10 jóvenes tiene un empleo libre de riesgo.
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Esta utilización riesgosa se identifica cuando interfiere con la vida diaria, por ejemplo, cuando genera ansiedad, impide concentrarse, o interrumpe la interacción social o familiar.
A pesar de estos datos, la percepción de riesgo personal es baja, lo que dificulta cambios de hábito.
Las causas detrás del comportamiento
El estudio no se limitó a una mirada descriptiva. También analizó motivos y contextos: ¿por qué y en qué circunstancias se consumen estas prácticas?
En el caso del celular, el 85,3% de los encuestados lo usa principalmente para comunicarse, el 61,5% para entretenimiento y apenas un 9% lo utiliza con fines educativos.
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El informe arrojó que la mayoría de los jóvenes que hoy apuestan en línea comenzaron a hacerlo en el último año, lo que refleja un fenómeno en rápido crecimiento.
Este enfoque multidimensional busca apuntar a estrategias de intervención más eficaces, entendiendo no solo qué se consume, sino también por qué y cómo.
Apuestas online: un fenómeno creciente y silencioso
El informe arrojó que la mayoría de los jóvenes que hoy apuestan en línea comenzaron a hacerlo en el último año, lo que refleja un fenómeno en rápido crecimiento.
El dato más alarmante es el contraste entre el motivo y el contexto: la mayoría de los varones apuesta porque sus amigos también lo hacen, pero el principal contexto es la soledad del hogar.
Esto hace que el entorno muchas veces ni siquiera detecte el problema, dificultando la posibilidad de intervención temprana.
Sustancias: consumo social, pero también normalizado
En lo que respecta a sustancias, el estudio muestra que el alcohol, el tabaco, la marihuana y la cocaína son las más consumidas en la población adulta. El alcohol lidera ampliamente y su consumo se da, principalmente, en contextos sociales.
El consumo de tabaco, en cambio, se da más a partir de los 30 años, a diferencia de otras épocas. Paterno Manavella relaciona este cambio con la efectividad de políticas públicas que restringieron la publicidad y regularon los espacios de consumo.
Sin embargo, hay una percepción de menor riesgo en relación con el cigarrillo electrónico, lo que podría estar impulsando su crecimiento.
Niños y pantallas: una preocupación desde el aula
Los resultados también reflejan una preocupación por el uso de pantallas en la infancia. Docentes advierten sobre la dificultad para que los niños se interesen por otras formas de juego o interacción. Los padres, muchas veces, minimizan el problema o naturalizan la exposición a las pantallas.
El estudio confirma esta inquietud: los adultos están más preocupados por el uso que hacen los niños que por el suyo propio, aunque no tomen medidas al respecto.
El informe marca una línea de base fundamental para futuras investigaciones y políticas públicas. Paterno Manavella confirmó que la idea es dar continuidad al trabajo, ampliar el análisis a la población adolescente y transformar los resultados en acciones concretas, tanto en el ámbito de la prevención como de la intervención.
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Los resultados también reflejan una preocupación por el uso de pantallas en la infancia.
“Vivimos en una sociedad que constantemente nos invita a consumir. Las prácticas adictivas están al alcance de la mano, pero sus consecuencias son profundas y difíciles de revertir”, concluyó.
Un llamado a la acción colectiva
El estudio visibiliza una problemática urgente que atraviesa edades, géneros y contextos sociales. La clave, según sus autores, está en crear conciencia, fomentar el diálogo familiar y escolar, y promover políticas públicas que regulen el acceso a prácticas que, aunque normalizadas, pueden derivar en adicciones.
Como toda crisis, esta también puede ser una oportunidad: para repensar nuestras prácticas, acompañar a los más jóvenes y construir una sociedad menos adictiva y más consciente.